Orduña es una localidad bizkaina de 4200 habitantes que ostenta el honor de ser el único municipio de la provincia con el título de ciudad. Enclave de territorios burgaleses y alaveses, se encuentra próximo al reconocible Salto del Nervión y dispone de una amplia oferta deportiva. Entre las opciones se encuentra el club Bedarbide de baloncesto, una alternativa que cumplirá pronto 40 años de historia y que es posible gracias a la labor altruista de, principalmente, Javier, Iñaki y Jose, Presidente y entrenadores respectivamente. Cinco equipos militan esta campaña en la disciplina del ‘Bedar’, como lo apodan los que lo conocen, que definen al mismo como familiar y cuya característica más significativa es la solidaridad.
Javier Santocildes, alias ‘Tropa’, es el presidente del club Bedarbide a sus 61 años de edad. “Así es, nacimos del colegio Don Josefina de 400 alumnos, donde un cura llamado Pepe Soria decidió fundar el club. Después, él lo dejó, cogí las riendas, y hasta el día de hoy”, narra con orgullo el presidente. En aquel momento, no había fútbol en el colegio y fue esa la oportunidad que aprovecharon para introducir el baloncesto en Orduña.
Son las cuatro de la tarde y ‘Tropa’ ya se prepara para dirigirse al frontón. “Ahora tengo dos entrenamientos y saldré de allí sobre las ocho de la tarde, ya estoy acostumbrado”, revela Javier. Y cuando no son entrenamientos son rifas, sorteos… o cualquier idea que se quiera llevar a cabo. “El mayor problema es económico, lógicamente. A pesar de que el ayuntamiento nos ayuda, siempre tratamos de abaratar los costes de las fichas y lo que pagan las familias a través de rifas, lotería…”. En el ámbito deportivo, el inconveniente se sitúa en los banquillos; “no tenemos entrenadores y eso nos limita de forma extraordinaria”.
Cinco equipos representan esta temporada al club Bedarbide. “Tuvimos nuestro gran bajón, pero ahora estamos resucitando de nuevo”, comenta el directivo. Sin embargo, hubo épocas mejores en el baloncesto de Orduña. “Salió una gran generación de juveniles en el noventaypico, hubo un muy buen juvenil hace 6-7 años, y ahora tenemos una buena camada en el infantil femenino”, cuenta Santocildes.
EL ‘BEDAR’, COMO UNA FAMILIA
Precisamente el infantil femenino lo entrena otro de los grandes baluartes del Bedarbide. José Olabuenaga, entrenador de grado 2, emigró durante un tiempo a Llodio, Vitoria e incluso Bilbao. “Fui a Llodio cuando el ‘Bedar’ se fue al traste y tras unos años acabé siendo presidente allí también… (risas)”, apunta Olabuenaga. Como jugador, llegó a jugar en autonómica en diversos clubes vizcaínos y alaveses. “Pese a carecer del nivel de otros clubes, siempre me he sentido muy a gusto en Orduña ya que es como una familia”, señala el entrenador.
En cuanto al conjunto que coordina, el preparador ha fijado como objetivo “seguir formando” a las infantiles, que tienen varias jugadoras destacadas. “Nos ha salido una camada buena, quedamos primeras en la primera fase, aunque la segunda no nos está yendo tan bien a causa de distintas circunstancias”, analiza José.
En términos de objetivos, el senior masculino de primera división cuenta con unas metas desiguales. Iñaki Cuadra es el otro eslabón del Bedarbide y el técnico que ha dirigido y dirige el equipo con más alta categoría de Orduña los últimos años. “Somos un equipo muy joven en comparación con la edad media de la categoría, nos está costando y creo que ya se ha consumado nuestro descenso de la primera división”, explica el entrenador acreditado con el grado 1. La joven escuadra de Orduña ha pagado su juventud en los finales ajustados de los encuentros. “Es una gozada entrenar al equipo porque todos nos conocemos del pueblo y los padres de la mayoría de los jugadores son contemporáneos míos, con lo cuál…”, subraya Iñaki.
“La verdad es que somos como una familia en la que Javi, Jose y yo ya llevamos la intemerata de años. Nos gustaría poder apartarnos poco a poco y aportar al club desde otros aspectos pero no hay relevo, por imposibilidad para sacarse el título y otros motivos”, descubre el entrenador vizcaíno, que ya cuenta con 36 años en los banquillos de experiencia en distintas entidades. “Además los jugadores son de Orduña e inmediaciones, y es un gusto entrenarles aunque por otros motivos no puedan adquirir más responsabilidades en el club”, narra Cuadra.
«ES INCOMPARABLE COMPETIR CON MIS AMIGOS»
Uno de esos jugadores nativos de Orduña y con periplo en el Bedarbide es Xabier San Román, que también tuvo la oportunidad de emigrar a Vitoria para competir por Araberri en Liga Vasca. “No puedo quejarme del ambiente de allí, que fue excepcional, pero el ‘Bedar’ es otra cosa”, acepta el ala-pívot nacido en el 97. Retornó tras una temporada en tierras alavesas porque “se incorporaban amigos y cuadrilla y el entrenador era un amigo más”, según sus palabras. “Para mí es incomparable competir con mis amigos y compartir entrenamientos y experiencias con ellos en medio de un ambiente sensacional”, desvela San Román.
Si tuviera que elegir una palabra que definiera el desarrollo del Bedarbide, Xabi seleccionaría la “solidaridad”, debido al “altruismo con el que los partícipes realizan todo tipo de acciones”. “Ya lo hacemos, pero creo que deberíamos implicarnos más en la estructura del club”, reconoce el joven estudiante de periodismo, que durante las dos campañas anteriores fue entrenador de un equipo juvenil femenino junto con su hermano, en lo que concreta como “una gran experiencia”.
LAS DIFICULTADES EN FEMENINO
Pero todos los jugadores de la organización de Orduña han sido educados por diferentes técnicos salidos de la casa, tanto en su sección femenina como masculina. Ane Ibarrola, exjugadora y exentrenadora del Bedarbide, conoce la realidad de los equipos femeninos del ‘Bedar’. Ella fue la entrenadora en minibasket de la actual generación de infantiles. “Son muy buenas, es un equipo con muchísimo nivel. Ojala sigan así, yo estoy muy orgullosa de ellas ya que fui su entrenadora en sus 3 primeros años”, afirma Ibarrola.
Todos los conjuntos femeninos criados en el frontón Jai-Alai de Orduña, por contra, no han logrado en los últimos años confeccionar un senior femenino que pudiese competir en Vizcaya. “Es un club con mucha dependencia de jugadoras que viven en los pueblos cercanos por lo que a medida que se alcanza la edad de senior por motivos extradeportivos (estudio, trabajo…) tienen menor disponibilidad para trasladarse a Orduña”, justifica la orduñesa. Desde otra perspectiva, Ane coincide con Xabi en su análisis del sentimiento de pertenencia al Bedarbide: “sentimos orgullo de pertenecer al club y poder mantener viva la afición del baloncesto en el pueblo”.
Una llama, la del basket en Orduña, que durante décadas amenazó con apagarse pero resurgió de sus cenizas. El pequeño reducto baloncestístico de la única ciudad de Vizcaya, pese a las dificultades propias de un lugar recóndito, está más vivo que nunca al pie del Salto del Nervión.