(FOTO: SD Patronato) El pequeño de los históricos hermanos Iturbe comenzó su periplo en el baloncesto, como no podía ser de otra manera, por influencia de su hermano mayor Álex. Poco a poco fue creciendo, tanto física como deportivamente, siguiendo los pasos de un referente que le alumbró constantemente el camino a seguir. El Caja Bilbao marcó un antes y un después para él e hizo del baloncesto su vida, aunque la desaparición hizo que posteriormente recalase en Patronato Maristas, donde terminó de formarse. En senior, un año en Loiola Indautxu dio paso a uno de los capítulos dorados de la historia del basket bizkaino como fue el proyecto del Bidegintza en Zalla e Iker puede dar buena cuenta de ello. Después, probaría suerte en el basket profesional, primero en Santander y luego en Galicia, aunque por medio estuvo una vuelta a Bilbao. Su año final de despedida en Santurtzi abrió una nueva etapa para él en los banquillos, desarrollada fundamentalmente en Araberri. Actualmente, reivindica la figura del formador y plantea ideas novedosas dignas de ser motivo de discusión con el deseo de tener tiempo para volver pronto a relacionarse con el deporte que le apasiona. Descubrimos a este ‘complementador’ de equipos, como él mismo se denomina.
La primera pregunta que siempre hacemos… ¿cómo comenzó tu idilio con el basket?
En el colegio en el que estudié la cancha de baloncesto no tenía las medidas reglamentarias, y mi hermano había comenzado a jugar a basket en Félix Serrano, con lo que yo iba siempre a verle y estaba por ahí aunque yo seguía jugando a fútbol. Pero claro, vieron a mi hermano grande y ya sabéis que esa regla de tres siempre ha funcionado para fichar jugadores… (risas)
Es evidente que en tu caso has podido tener un referente como es Alex Iturbe, tu hermano…
Siempre tuve su referencia, porque él iba marcando la pauta. Siempre fue un paso por delante, y por ejemplo cuando yo estaba en Félix Serrano él ya había entrado en el Caja Bilbao, con lo que ya me conocían e ingresé en la escuela del Caja. En aquel momento entrenábamos en Deusto con Manu Herrero y mucha más gente que luego me he encontrado en varios proyectos.
¿Qué recuerdos guardas de tus primeros años en el deporte?
Me gustaba mucho el fútbol pero fue un paso natural. Fui a complementar a un equipo que ya estaba hecho, y creo que esa ha sido también la historia de mi carrera, ejerciendo de complemento de los equipos en los que he estado. En cuanto empecé con el baloncesto ya no hubo vuelta atrás, ya que en el plazo de dos años estaba muy metido en el deporte entrenando cinco días a la semana. Siempre estaba en Escolapios, al lado de casa de mis padres, sin parar de jugar a baloncesto. Compaginé jugar en Félix Serrano con la escuela del Caja Bilbao, y en cadetes terminé ingresando en el equipo, por dos años hasta que desapareció.
Llegas al Caja Bilbao. ¡Qué años aquellos!
Tengo muchos recuerdos y los guardo con gran cariño. Prácticamente todo lo que yo hacía estaba unido al mundo del baloncesto; cuando mi hermano ya estaba en el Caja con la generación de Patrick y compañía, yo ya hacía planillas de estadísticas para ayudar al entrenador Carmelo Echevarría, en dinámica del equipo en el banquillo. Tenía unos fines de semana muy intensos, incluso jugando tres o cuatro partidos por fin de semana, con cadetes, juveniles y de vez en cuando alguna selección. Tuve la suerte de disputar algunos campeonatos de España, tanto con selecciones como con el equipo juvenil del Caja.
Como jugador, fuiste un ala- pívot muy completo aunque comenzaste como base…
Hasta cadetes jugaba como exterior, de base o de alero. Luego, a partir de juvenil, me fui metiendo más en la pintura, al ser un complemento. El equipo del Patronato necesitaba gente grande, y además tuve alguna lesión que hizo que cogiese algo de peso. Se trataba de una época de máxima exigencia, y yo tuve que adaptarme a lo que me pedían los distintos entrenadores que tuve en cada momento. En ese sentido, a mí siempre me ha gustado participar, ser muy duro defensivamente, correr… y detecté también que jugando de cuatro podía jugar de cara y rebasar por velocidad a mi par, hacer puntos al contraataque…
Tu siguiente destino fue el Patronato Maristas tras la desaparición del Caja. ¿Por qué te decidiste por irte a Iturribide?
Me marché al Patronato a complementar a un equipo que en infantiles había jugado el campeonato de España. Xabier González y yo, que salimos del Caja, fuimos allí. Necesitaban gente grande y creo que pudimos aportar lo que necesitaban. Fue una etapa algo agobiante de mi vida. Entrenábamos mucho y si querías ir avanzando tenías que estar siempre preparado, además de que entraba en juego el tema de los estudios. No es fácil para la gente poder compaginar todo, aunque es verdad que yo tenía el apoyo de mi hermano, que siempre me ha demostrado que se puede hacer todo. Lo que pasa es que en aquella época también tuve varias lesiones, me rompí el cuarto metatarso… y eso junto el hecho de ver que no iba a llegar a tener una gran carrera, pues me hizo pensar. Lo retomé pero no fue fácil, y gracias en gran medida al apoyo de mi hermano.
A las órdenes de Jorge Elorduy jugaste un año después en Loiola Indautxu.
Sí, fue un muy buen año para mí, y precisamente fue en el que comencé a jugar de cuatro con más asiduidad. Fue un año de reencuentro con el baloncesto para mí, ya que incluso estuve pensando en dejarlo porque estaba cansado de la exigencia. Había comenzado la universidad y tenía dudas, pero fue un gran año, y eso me hizo decidirme por ir a Zalla. Me considero muy afortunado de haber podido disfrutar del baloncesto. Volví a cogerle el punto a la faceta lúdica del baloncesto, ya que coincidí nuevamente con varios amigos de equipos anteriores y el objetivo no demandaba una extraordinaria exigencia. A nivel personal, me sirvió para tomar el juego de nuevo de una manera más divertida y lúdica.
Bidegintza fue tu siguiente destino. Dos temporadas estupendas, ¿no?
Me he sentido siempre como un complemento de los equipos en los que he estado y este caso no fue diferente. Ese equipo ya había logrado mantenerse y hacerlo bien en la campaña anterior de la mano de la generación extraordinaria de jugadores que formaban mi hermano, Xabi Madina, Jon Iriondo, Patrick Sáenz de Ugarte… Yo ya había estado con Imanol Martínez en el Caja, porque era el entrenador del equipo junior cuando yo estaba en cadete. Al principio no jugué mucho, en ocasiones casi nada, pero para mí la Liga EBA era de gran exigencia viniendo de donde venía y no me costó entenderlo. Desde el principio comenzamos a lograr resultados en esperados, para más inri en el grupo catalán que era muy complicado, y costó pero sí que logré participar de las rotaciones al final de la primera campaña cuando fuimos a la Fase.
El segundo año también fue muy bueno porque volvimos a clasificarnos para luchar por el ascenso, pero me lesioné del menisco y no pude ir. Fue una verdadera pena, la verdad. Siempre he sido una persona con mucho peso, y creo que también ayudó el hecho de no tener acceso, como ahora sucede, a una dieta de alimentación equilibrada y otros factores.
Emprendiste el camino del basket profesional después en Santander. ¿Qué recuerdas de aquella temporada que compartiste con algún compañero bilbaíno más?
Fuimos unos cuantos de Bilbao y yo creo que fui de los primeros fichajes. Mi hermano, Patrick, Miguel Ángel Blanco y yo vivíamos en el mismo piso. Fue un año extraño, porque creo que la plantilla era para haber hecho mucho más y haber ido a la fase. En mi posición jugaba el hijo del presidente del equipo, y creo que eso en parte me perjudicó, y por ello tomé la determinación de volver, al creer que podía haber tenido más minutos.
Y de vuelta para Bilbao…
Eso es, volví al Patronato. Txutxi Solar habló conmigo para ver si quería volver al proyecto y lo decidí bastante rápido por lo que he comentado anteriormente. Conmigo volvieron también varios jugadores de Santander y se fichó a Ortún, y se hizo un equipo muy competitivo que hizo que aquel año también nos clasificásemos para la fase final. Pero en la Liga EBA es casi imposible ascender deportivamente…
El segundo año apareció Bilbao Basket y Txus Vidorreta, entrenador del equipo, que fichó a mi hermano, a Madina, Patrick, Javi Salgado… que supuso la base del equipo que subió. La plantilla bajó su nivel, y tuve la oportunidad de disfrutar de más minutos e hice grandes registros estadísticos. Me llamaron para irme a Galicia, que fue una gran experiencia.
Siguiente destino, Galicia. Peixe, Cambados y Chantada fueron tus últimos equipos fuera del País Vasco.
La primera temporada fue espectacular: ganamos 32 de los 34 partidos que disputamos. Pero volvimos a ir a la fase, y en el primer partido nos tocó con un equipo catalán en el que jugaba Dani Pérez, un gran jugador que nos hizo mucho daño. Estuvieron muy acertados y nos volvimos para casa calientes, con quince o veinte triples… (risas)
El último año en Cambados fue difícil. En casa tuve unas circunstancias especiales y yo estaba un poco lejos. Empecé a hacer un poco de vida allí, y comencé a ver que lo del baloncesto se iba poco a poco acabando, principalmente por las lesiones. El último año en Chantada firmé con el condicionante de que si me volvía a lesionar, me iría a casa, y así fue. Me volví a Bilbao a retomar mi carrera académica y a sacarme los títulos de entrenador.
Tu periplo terminó en Santurtzi. ¿Cómo fue tu último año?
Tras un parón en el que me hice unas pruebas y ya pude ver que estaba algo mejor de mi lesión, intenté despedirme del basket con compañeros de toda la vida, como podían ser mi hermano, Xabi Madina y otros en Santurtzi. A pesar de que jugué, es cierto que ya no estaba en condiciones de jugar una temporada entera al máximo nivel. Ahí llegó ya la decisión de pasarme a los banquillos.
No hay que olvidar que durante todos tus años como jugador compaginaste el basket con los estudios, y después con los banquillos…
No he parado de estudiar en ningún momento. Hace un par de años me he sacado también un máster de Ciencia de Datos, a pesar de que he tenido que dejar un poco de lado el baloncesto para centrarme en mi currículum laboral. Siempre me ha gustado aprender cosas nuevas.
En mi faceta de entrenador, estuve en la dinámica de la cantera del Araberri mientras me lo permitió mi trabajo, mientras hacía también los cursos. Fue duro porque te gastas hasta tus días y tus horas de descanso pero lo disfruté. Fue una experiencia muy bonita la de Vitoria, con éxitos también muy buenos, como ganarle al Baskonia en nuestra generación en la liga vasca junior. Estoy muy contento de haber participado de todos estos proyectos.
¿En qué momento estás con respecto al baloncesto ahora mismo?
Actualmente, me da pena no poder estar algo más ligado y relacionado a Federaciones, porque he tenido ideas de montar algún curso para gente interesada en análisis de datos, scouting y me gustaría dar la formación con todo lo que he aprendido en el máster. Es difícil estar al tanto de todo porque tengo poco tiempo.
Creo que tenemos que dignificar nuestra profesión, creando contenidos audiovisuales y visibilizando todo el trabajo que hacemos. Con la cuestión pandémica se ha visto que nuestra figura no está valorada, ya que el deporte se ha parado rápidamente. Al parecer, es más importante tener bares y otros comercios abiertos… Yo creo mucho en el deporte como transmisor de valores y relaciones, y me sorprende que como entrenadores no seamos capaces de dar un paso adelante para dignificar nuestra profesión.