(FOTOS: Tabirako) El colegio Jesuitak de Durango ha sido, es y será una mina de oro para el Tabirako Saskibaloi Taldea. Precisamente de allí salió Marina Maurtua, la eterna capitana que decidiese, al término de la pasada campaña, soltar la mano del deporte que emprendió con 8 años. A sus 16, Unai Zamalloa le dio la oportunidad de su vida, debutando en Liga Femenina 2 con un gran equipo que no abandonaría hasta abril de este año. Ahora embarazada, siempre colaboró con todo lo que pudo dentro de la entidad cafetera, y desde dentro del club la definen como “el espejo donde tienen que mirarse todos y todas las jugadoras del Tabirako”.
Cambio. Unai Zamalloa, entrenador del Tabirako en su etapa de Liga Femenina 2, señala a Marina Maurtua. 16 añitos. Va a debutar. “Fue muy ilusionante, no sé cómo explicarlo. Fue un grupo que me acogió como una jugadora más desde el primer día”, relata nostálgica Maurtua, a la que le cuesta definir cómo fue el momento y la temporada de debutar. La durangarra admite asimismo estar “muy agradecida” a su técnico Zamalloa, el encargado de brindarle “la oportunidad de su vida.”
“Empecé, como casi todos, en el colegio Jesuitak de Durango con 8 años”, cuenta Maurtua. Desde el principio, estuvo interesada en entrenar, ayudar y colaborar más allá de su estricta labor de jugadora. “He ayudado siempre, incluso este año empecé ayudando pero he tenido que parar”, narra la bizkaina, que ha cesado en su labor a causa del embarazo. Por todo ello, “compromiso” es uno de los términos que lucieron sus compañeras en el homenaje.
Nunca se marchó de Durango, nunca abandonó su casa. “Al final, no he estado en más clubes. He metido un montón de horas voluntarias porque me gustaba, es una familia para mí”, afirma Marina, que lució durante sus trayectoria el dorsal número 11 siempre con la zamarra azulona del Tabi.
“Si tuviese que escoger un momento, me quedaría con la Final a 4 que jugamos hace 3-4 años en Landako para obtener plaza en la Fase de Ascenso a LF2”, dice convencida Maurtua. “Nos hacía mucha ilusión y nos dio por hacer un vídeo. Nunca vi Landako tan lleno y con tanto ruido como aquel fin de semana, fue impresionante. Y encima ganamos”, recuerda la durangarra.
Constancia. Equipo. Referente. Compromiso. Lucha. Entrega. Ejemplo. Esfuerzo. Pasión. Entusiasmo. Fuerza. Lealtad. 12 palabras diferentes para definir lo que significó Marina Maurtua para sus compañeras. Ella, algo más modesta, tiene que darle varias vueltas antes de definirse como jugadora. “Creo que siempre fui constante y trabajadora, y además creo que siempre lo hice con mucho carácter”, a lo que añade que siempre estuvo muy “centrada” a la hora de “no perder los papeles”.
Precioso fue el homenaje brindado por la familia del baloncesto durangarra a la eterna capitana del equipo. “Te llega, sabes y sientes que has logrado llegar a mucha gente. Y lo mejor es que lo he hecho sin buscar eso”, expresa Maurtua. “Tengo que decir que fue muy emocionante, desde la manera que se dio hasta las personas que estuvieron presentes en el mismo hicieron que el acto fuera especial para mí”.
Ina Mendibe es el actual presidente del Tabirako. “Ha sido para nosotros la eterna capitana, ha entrenado equipos, ayudado…y todo sumado al vínculo al primer equipo, en el que estuvo desde los 16 años”, cuenta el directivo. Mendibe, orgulloso, cuenta que “sus valores son importantísimos para el club, ha demostrado todo día a día y es un auténtico emblema”. Como él mismo asegura, “pasará mucho tiempo hasta que vuelva a producirse un homenaje de estas características”. “Ella representa todo lo que queremos que imiten los más txikis del club, ya que, por ejemplo, la persona que le entregó el premio es Soltxu Barrenetxea, la jugadora que Marina siempre quiso imitar”, zanja el presidente Mendibe.
Soltxu Barrenetxea era la capitana del equipo de LF2 en el que Marina ingresó de manera prontía. “Aún mantengo relación con ella, me cuidó muchísimo cuando entré”, cuenta Maurtua con cariño. Además de ella, también recuerda y menciona a varias compañeras que han sido importantes para ella deportiva y personalmente. “Maixa, Amaita, Huer… son gente a la que aprecio y con la que he compartido muchos años además de extraordinarias jugadoras”, describe Maurtua.
En abril de este año llegó el momento. “Al final, en la vida van pasando las etapas y creía que para mis proyectos personales era el momento de dejar el basket”, explica la durangarra. No obstante, tiene claro que no quiere perder la vinculación con el club y el deporte de su vida. “Ahora he parado pero siempre estaré ahí haciendo algo”, afirma rotunda, aceptando también no estar “mentalizada del todo” de su decisión de dejar el baloncesto. Porque, tras tantos años, la sombra de un emblema como ella es alargada. El legado, sin embargo, puede llegar a ser eterno, reflejado en el deseo de cada pequeña jugadora del Tabirako que quiera llegar a ser como la eterna capitana, Marina Maurtua.