La posición de escolta ha sido, durante fases importantes de su vida y de la infancia, el refugio en el que Gorka Castrillo ha podido mostrar todas sus cualidades y su pasión por jugar al baloncesto. Nacido en 1978, fue uno de los bilbaínos reclutados para el Caja Bilbao. Pasó posteriormente por las manos de Txus Vidorreta e Imanol Martínez, los dos entrenadores de su vida que encabezaron los proyectos de los que formó parte en Las Palmas, como jugador profesional durante un año, y en Zalla con el histórico Bidegintza respectivamente. Después de dejar el baloncesto a los 21 años y reconocible en la actualidad por sus tatuajes, Castrillo disfruta del baloncesto en el Loiu S.T. de la categoría segunda especial, donde destaca jornada tras jornada. Todo un lujo en la categoría.
Lo primero que nos gustaría saber es cómo comenzaste a jugar a baloncesto
Pues yo empecé en el colegio de Artxanda Jesús María, donde unos cuantos jugábamos a baloncesto en el equipo del colegio. Poco después nos hicieron las pruebas para el Caja Bilbao, precisamente Txus Vidorreta. Él me cogió y fue mi entrenador bastantes años.
¿Cómo fue tu etapa en el Caja Bilbao?
Extraordinaria, la verdad. Íbamos de favoritos en prácticamente todos los encuentros y estuve rodeado de grandes entrenadores y jugadores que provocaron que mejorara muchísimo.
Cuando eras cadete desapareció el Caja… ¿qué os pareció a los que estábais dentro?
Nosotros íbamos siempre a La Casilla a ver al equipo, ilusionados, a animarles. Realmente casi ni nos enteramos, nos pareció incomprensible cuando de un día para otro desapareció. Luego empezamos a entender toda la historia del canon y las exigencias de estas ligas…
Con perspectiva, ¿qué te parece que desde entonces no se haya llenado completamente ese hueco que quedó con la desaparición?
Sinceramente, no entiendo cómo no tiene cantera un club de ACB como Bilbao Basket. Hay grandes entrenadores y debería llevarse a cabo un proyecto como el de otras ciudades que tienen equipos en la élite.
¿Hacia dónde derivaste después de quedarte en el limbo?
En ese momento fui a Maristas, donde me entrenaron Germán Monge e Iñaki Camarero. Fueron dos años excepcionales en los que me trataron muy bien, me sentí muy integrado entre mis compañeros que eran de allí originariamente. Jugamos en Liga Vasca, ganamos un año al Baskonia… Guardo grandes recuerdos.
Después fuiste a Zalla a jugar en el Bidegintza de la mano de Imanol Martínez…
Así es. Imanol ya me conocía de cuando estuve en el Caja Bilbao, ya que él entrenaba al juvenil y me subía cuando yo era cadete. Fue, sin lugar a dudas, la mejor etapa de mi vida. Fueron dos años excepcionales en los que disfruté como un niño y teníamos un equipazo, ciertamente.
De esa etapa, ¿qué recuerdos guardas con mayor cariño?
Las dos fases de ascenso fueron increíbles. Fuimos a Córdoba, en Cabra, donde vencimos al filial de Unicaja, al equipo local… Y acabamos ganando la final y sacando las ikurriñas en un ambiente especialmente hostil. Lo recuerdo con mucho cariño.
¿Cuánto de importante fue para ti Imanol Martínez?
Una barbaridad. De primeras, me llevó a Madrid con el equipo juvenil del Caja Bilbao a jugar el Campeonato de España. Y a la postre confió en mí para ir a Bidegintza, donde ofrecí mi mejor nivel y pasé los mejores años.
Tu vida tomó un rumbo diferente cuando decidiste cambiar a Las Palmas y unirte al proyecto de Txus Vidorreta allí…
Sí, así es. Fuimos a Gandía a jugar la Final a 8 y allí nos ganaron ellos. Ya sabíamos que el proyecto en Zalla no continuaría y fue entonces cuando Txus me ofreció la posibilidad de militar en su equipo.
Y te marchas…
Eso es. Me surgió la oportunidad de jugar al basket de manera profesional y lo acepté. Pasé un año allí genial al lado de grandísimos jugadores.
Y el nombre de Txus Vidorreta… ¿qué te produce?
Él siempre me ha dado confianza. Me llevó a Canarias y antes recuerdo veranos y veranos en los que me entrenaba individualmente en sesiones de tecnificación que me hicieron ser mucho mejor jugador.
Fueron tres años en los que compartiste vestuario con excelentes jugadores… ¿con cuál te quedarías?
Es muy complicado decantarse. Hubo grandísimos jugadores con los que estuve en Zalla como Xabi Madina, los Iturbe, Miguel Ángel Blanco, Patrick Saenz de Ugarte, Txema Montes… Luego en Las Palmas me encontré con Rubén Quintana, Juan Cabrera… Y sin olvidarme de Javi Salgado, con el que jugué en el Caja Bilbao.
¿Llegaste a plantearte ser profesional del deporte en algún momento?
Por motivos personales dejé de jugar a los 21 años. Pero sí creo que si hubiese continuado podría haberme hecho un hueco en equipos de LEB o EBA y haber ganado dinero con ello.
¿Nunca se ha despertado en tí el gusanillo de entrenar?
¡Sí! De hecho, en la etapa que estuve viviendo en Castro entrené dos años a chavales, pero sin sacarme el título ni planteármelo verdaderamente en serio. Me gusta hacerlo con niños pequeños, es algo que me divierte.
Por último, vuelves a jugar en Loiu y ahora te estás saliendo.
Sí, durante los veranos siempre jugábamos un grupo de amigos en el Parque Euskalduna. Evidentemente, en invierno era complicado para nosotros juntarnos, así que decidimos constituir un club y competir para volver a divertirnos.
Y, ¿os lo tomáis en serio?
Bueno, entrenamos una vez a la semana con rigor y luego disputamos los partidos y lo hacemos lo mejor posible. La verdad es que me estoy divirtiendo mucho… (risas).