Jon Lasuen: “El deporte es una parte fundamental de la vida”

Jon Lasuen: “El deporte es una parte fundamental de la vida”

Temperamental, guerrero y competitivo, Jon Lasuen ha sido capaz incluso de imponerse en una batalla ante uno de los más fuertes enemigos, un cáncer de médula que se había propagado por gran parte de su cuerpo. “Me agarré a mi familia y al deseo de volver a jugar a baloncesto para salir del atolladero”, revela Lasuen, que a sus 65 años continúa jugando en el Trapaga. Residente en Artziniega y apodado ‘laztana’, mantiene la misma ilusión por el juego que cuando comenzó a los 15 años en el frontón de Iturribide de la mano del Patronato Maristas. “Mi padre me inculcó un espíritu deportivo que siempre he tratado de transmitir a mis hijos; creo que lo he conseguido”, afirma con sencillez el bilbaíno de 1’94 que no quiere ni oír hablar de retirada.

Empezaste a jugar a baloncesto a los 15 años…¿cómo se dio la posibilidad?

Yo creo que empecé tan tarde porque el baloncesto no estaba tan arraigado como ahora. Entré ya en la edad junior en el equipo de Patronato Maristas, principalmente por mi altura.

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¿Qué recuerdos guardas de la etapa del Patronato?

La verdad es que todos son muy buenos recuerdos. Éramos como una familia, yendo en el autobús, con una gran relación… Y además el frontón se llenaba, todo el mundo venía a vernos y había un ambiente espectacular de baloncesto. La gente me conocía por la calle, me apodaban ‘laztana’ en esa época que jugamos en Tercera División. Además, había una gran rivalidad con el resto de equipos bilbaínos y siempre sentaba mejor ganar a Loiola Indautxu, por ejemplo…

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Aparte del Patronato y de tu actual club Trapaga… ¿en qué clubes has competido?

Pues hay varios. He pasado por Mungia hace muy poco, ya que cambié de club casi con 60 años tras 15 temporadas en Trapaga y conseguimos ascender. También he estado en Berrio Otxoa, en Txurdinaga, Salleko… bastantes equipos. Durante mi trayectoria no he estado federado algunos años, pero entrenaba con mis amigos.

¿Cuáles son los mejores jugadores con los que has compartido cancha?

Recuerdo jugar un torneo que organizaba el Patronato contra el KAS, que tenía unos americanos imponentes en Primera División. Por ejemplo, también recuerdo a un gran pívot como fue Peru Izagirre, otro poste como Gorrotxa, que era un ejemplo de pundonor…

¿Y entrenadores influyentes en tu carrera?

Muchos han influido en mi carrera: Jorge Linares, Eriña, Txema Mugida, Gabi Gangoiti… todos ellos buenos entrenadores.

Y hablando de entrenar… ¿en todos estos años no te ha surgido el gusanillo de entrenar?

Pues fíjate, es algo que me he planteado ahora y que me apetece. Siempre ha sido esporádico todo lo que he hecho en esa faceta, y ahora quiero entrenar a un grupo de chavales de Artziniega para transmitirles mi conocimiento y la pasión por el deporte. Durante mi vida ha sido complejo porque prácticamente trabajaba de 8 a 20 al ser autónomo…

¿Qué sientes al jugar en contra de jugadores bastante más jóvenes que tú?

Siempre hay gente de todo tipo. Pero verdaderamente me da la sensación de que les produce cierto recelo ganarnos. Y nosotros, a pesar de la lentitud del sistema que ponemos en práctica, somos competitivos. Creo que hay que saber ganar y saber perder y muchos no lo hacen. Me parece extraño e incomprensible.

Tú has conocido el desarrollo del baloncesto y de los jugadores. ¿cuáles son los principales cambios que adviertes?

La evolución es clara. Yo diría que antes técnicamente éramos más limitados, ahora existe una mayor polivalencia. Pero quizá el crecimiento táctico haya desencadenado una pérdida de alegría. Hay mucha gente que juega a baloncesto por hacer deporte y no muestra una gran predisposición.

Remitiéndonos a la actualidad…¿qué fijarías como objetivo en el Trapaga y cuáles son las motivaciones para continuar?

En mayo, una vez finalizada la temporada, siempre nos reunimos para sentar las bases del año que viene y ponernos objetivos. Hacemos balance siempre ahí, y este pasado año decidimos centrarnos en intentar ser mejores ejemplos para hijos y familiares más jóvenes. Somos como una familia, y cuando nos juntamos en una comida con nuestros círculos familiares nos sentamos 40-50 personas en la mesa…

Personalmente, mi motivación es, sumado al competir, estar integrado en un grupo y disfrutar con mis amigos. Soy demasiado competitivo y debo controlarme, fundamentalmente en los partidos donde mi estrés alcanza un nivel superior… (risas)

¿Cuánto entrenáis semanalmente?

Entrenamos los miércoles todos juntos y después jugamos los fines de semana. Aunque yo suelo ir a Villasana de Mena a jugar con unos amigos y frecuento la piscina de Amurrio… En ese sentido estoy muy activo y me siento casi mejor en la pista que hace 4-5 años… Hago las cosas con más confianza.

¿En algún momento el cuerpo te ha dado un toque?

Hasta ahora nada. Me siento excepcionalmente bien. Después de tener a mis aitas vivos con 96 y 92 años y haberles visto subir al monte con 80… lo que hago me parece normal y natural.

¿Cómo surgió esa pasión deportiva?

Mi padre fue el precursor. Él fue futbolista en buenos equipos, ciclista llegando a correr pruebas importantes y también asiduo de los frontones bilbaínos para jugar a pelota mano, otra de sus aficiones. Después yo he tratado de traspasárselo a Beñat  y Aner, mis dos hijos, y creo que he tenido éxito en ello. Beñat es un gran jugador de baloncesto y Ane hace natación y waterpolo.

Supongo que ver a Beñat es un orgullo para ti ciñéndonos al baloncesto…

Sí, ha llegado mucho más alto que yo. Es un gran jugador y siempre se me ha caído la baba con él. Es una alegría para mí que el disfrute del deporte y que haya conocido mucha gente a través del baloncesto. Y encima las mete… desde pequeño tiró mucho y yo le intentaba echar una mano llevándomelo a Txurdinaga horas después de los partidos.

Si tuvieras que definirte como jugador… ¿qué dirías?

Pues era un pívot guerrero y competitivo. De los que hacían el trabajo sucio… tiene que haber jugadores de todos los tipos… (risas). Sinceramente creo que he dado más de lo que he recibido, y también he sido temperamental. Aunque me he ido calmando según ha avanzado el tiempo…

¿Qué significa para ti el reconocimiento de la FViB en 2015?

Pues verdaderamente un orgullo y un enorme recuerdo a mis padres. Así como una gran alegría después de haber sufrido tanto con la enfermedad.

No viene a cuento, pero quiero recordar a Andoni Múgica, otro excompañero que falleció por el cáncer y en cuya memoria disputamos un partido al año. Me acuerdo mucho de él.

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¿El baloncesto ha sido clave para tu recuperación?

Esencial. De verdad te digo que desde la primera consulta me había marcado como objetivo volver a jugar. Incluso cuando iba en muletas mi entorno me tachaba de loco pero lo tenía claro. Quería volver a jugar y lo logré. El deporte, en mi opinión, es una parte fundamental de la vida que no debemos despreciar. Genera muchas oportunidades. Cuando volví después del transplante todo el mundo me felicitaba y fue emocionante.

No se puede hablar de retirada…

¡No! Estoy mejor que nunca. Además, si me retiro voy a provocar que algunos de mi edad y algo más jóvenes lo dejen y nos quedaríamos pocos en el equipo. Eso no puede ser, sería un bucle y estoy muy bien.

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