(FOTOS: ACB Photo) De una casa con la impronta azulona propia del colegio de Escolapios y en la que se respiraba mucho baloncesto salió Sergio Manuel, actual árbitro ACB de radiante actualidad por su designación para dirigir la Copa del Rey 2021 en Madrid. Sergio, que en sus inicios probaría el juego desde todas las perspectivas posibles, se decidió finalmente por el silbato para registrar un fulgurante ascenso que le ha llevado a la cumbre del baloncesto nacional en un breve espacio de tiempo. Ahora el protagonista comenta desde su posición la mejora de la imagen del árbitro en los últimos años, pero insiste en la importancia de formar parte del juego a través de rutinas de entrenamiento, humildad, ganas de crecer y actitud positiva. Conocemos en profundidad a una referencia del basket bizkaino como es Sergio Manuel.
¿De qué manera comienza tu idilio con el baloncesto? ¿Qué recuerdos tienes de esa primera etapa?
En mi casa siempre se ha vivido bastante baloncesto. Comencé por influencia de mi hermana mayor, y pasé muchas horas en el patio del colegio Escolapios con una pelota en la mano. Hasta que pude empezar con los entrenamientos recuerdo jugar durante mucho tiempo y estar siempre por allí, y cuando me pude integrar en un equipo al tener la edad no tuve ninguna duda. Después de clase yo siempre estaba en el colegio, viendo los entrenamientos, rodeado de mucha gente y jugando a baloncesto.
Después pasaste por los banquillos… ¿qué te aportó esa experiencia?
Fue una etapa que me gustó mucho, porque la combinaba con mis últimos años como jugador y con mis inicios como árbitro, cuando aún estaba en las categorías de la Federación Vasca. Estuve seis años entrenando desde infantiles hasta juniors, y fue una época lógicamente muy ajetreada pero en la que disfruté mucho. Mis fines de semana eran una locura, ‘full time’ desde el viernes a la tarde al domingo a la tarde. En aquel momento hice muchos amigos con los que después he mantenido contacto, ya que tantas horas empleadas en una misma actividad hacen que las relaciones se estrechen mucho.
Por aquel entonces pude ver las partes positivas y negativas de cada una de las perspectivas, pero lo más importante es que estás constantemente dándole vueltas a la cabeza de un mismo tema, y te enriquece mucho. Ayuda a empatizar y a compartir el feeling que puede existir en la cancha. El estar tan focalizado en el baloncesto me ha ayudado a que mis ideas crezcan, a entender mejor las situaciones y son herramientas que son útiles desde la experiencia.
Comenzaste a dirigir encuentros como árbitro en el patio del colegio de Escolapios. ¿Por qué te llamó la atención y cómo ingresaste en el Comité en el año 2001?
En aquel momento aún no existía la figura del Eskola Laguntzaile, y yo comencé a pitar con trece o catorce años en el patio del colegio. Pitaba partidos de premini, mini y algún infantil, que era lo que se podía hacer. Yo hacía lo que hiciese falta en el colegio, y también hice muchas veces de mesa. De esa manera fui aprendiendo…
No tengo una idea muy clara en la cabeza del motivo por el que me sentí atraído por el arbitraje, pero creo que me llamaba la atención el hecho de ir comprendiendo cómo funcionaban las cosas e ir interiorizándolas para aportarlas tú a medida que las vas conociendo. El reglamento puede ser muy complicado, pero si lo vas entendiendo es algo que tiene mucho sentido. A mí me enganchaba precisamente darle sentido en la pista y sentirme útil dentro de un campo mediante unas herramientas que te facilitan hacer algo bien.
Pronto fuiste registrando tus primeros ascensos… ¿hay algunas palabras de las que te acuerdes especialmente?
Hay un ascenso del que sí tengo un fuerte recuerdo, y fue en el que pasé de autonómica a 1ª División. Fui a un Campeonato de España Mini en San Fernando de rebote, por una baja de un compañero. La verdad es que todo fue muy rodado a pesar de ser inesperado y pude pitar la final, y recibí una llamada del actual jefe de arbitraje de la Federación Vasca Roberto Asensio, que me puso las cartas sobre la mesa. Me dijo que lo había hecho bien y que creían que podía progresar y ascender a pitar partidos de 1ª División, pero que no podía entrenar, jugar y arbitrar a la vez y tenía que centrarme en algún punto. Es cierto que estaba muy a gusto haciendo todo, pero fue una decisión natural. Me centré en arbitrar y en dedicarle más tiempo los fines de semana, y me fue bien aunque pensé que el hecho de dejar de jugar iba a ser algo más traumático.
En 2008 te llegó ya la oportunidad de ascender al grupo 2 de FEB… Y en 2011 al grupo 1, donde pudiste arbitrar varios de los encuentros más importantes del panorama nacional, con final de la Copa Príncipe o playoff final de ascenso de por medio… Y con grandes actuaciones.
Los años de competiciones FEB pasaron muy rápido. En poco tiempo me vi viviendo situaciones como la final de aquella copa o el playoff de ascenso. Fue muy fulgurante y a la vez muy exigente, porque el salto de que todo fuese más profesional incrementaba la responsabilidad de tener que hacerlo bien. Hay compañeros que te hacen entender esto rápido y te hacen dar un salto de calidad.
Evidentemente, la profesionalización del deporte comienza a notarse mucho en ese nivel. Jugadores extranjeros, entrenadores con grandes carreras… ves que el mundo es mucho más grande de lo conocido hasta el momento y has de adaptarte. Tienes que estar a la altura y responder a la exigencia.
Tengo varios recuerdos especiales de esa etapa. El último que pité en LEB Oro fue la final que se disputó en Melilla y fue la primera vez que estaba allí. Fue un viaje muy curioso, y tengo el recuerdo de que el partido me salió bien, pero hay muchos partidos de EBA, Campeonatos de España… en los que pude pitar a jugadores que en la actualidad están arriba.
¿Cómo llega el ascenso a ACB? ¿Crees que te pasó factura el ser novato y pitar a leyendas del calibre de Juan Carlos Navarro, por ejemplo?
Es un notición. No te lo llegas a creer cuando te dicen que vas a pitar en la ACB. Fue un pelín inconsciente, sin valorar el salto que estaba dando y sin percibir la repercusión que podía tener para mí y para mi futuro. Después de nueve temporadas puedo decir que ya estoy más asentado en la competición… Me parece parte del aprendizaje de la vida y con mi crecimiento personal y la evolución que tienes cuando va pasando el tiempo.
ACB es una liga en la que estás en permanente contacto con los equipos y todo el mundo se conoce porque son muchos años. Cuando llegas tienes que hacer tu trabajo y hacerlo lo mejor posible, pero creo que estamos muy bien acompañados, tanto desde el departamento como desde la propia liga. Esto te ayuda a ver qué cosas tienes que mejorar o en qué cosas tienes que insistir, involucrándote en tu trabajo todo lo necesario. Sin querer tener prisa, tienes que ir mejorando poco a poco para poder tener una carrera fructífera, que es lo importante.
Poco a poco te has ido asentando en la liga, con el premio de arbitrar este año en la Copa del Rey. ¿Cómo valoras esta experiencia?
La Copa del Rey siempre es un escaparate increíble. Es el evento más importante y a todos los árbitros nos gusta estar pero es evidente que no siempre se puede. Para mí fue una redención y estoy muy contento de haber podido pitar en Madrid.
Y las ventanas FIBA, en Kosovo…
Lo de Kosovo ha sido algo novedoso. Había estado en una ventana previa hace mes y medio, pero para mí fue doblemente gratificante poder estar allí en este momento tan complicado que vivimos en una competición de clasificación para el Mundial. Siempre está bien participar de estas burbujas…
¿Qué crees que es lo más importante para llegar a la élite en tu trabajo?
Desde el punto de vista arbitral creo que en los últimos años ha evolucionado mucho la imagen del árbitro. En mi opinión, una cualidad del árbitro tiene que ser que ha de ser deportista y también parecerlo. Tienes que llevar unos hábitos de entrenamiento y disciplina similares a los que puede tener un jugador. Esto engloba desde entrenar, hasta preparar los partidos, conocer el reglamento, tener una actitud positiva de querer crecer y ser humilde… Como resumen, creo que tenemos que ser parte del deporte.
¿El hecho de tener a Juan Carlos García como referencia y modelo cercano a seguir te ha ayudado?
Juan Carlos ha sido un padre y un referente para mí desde que he llegado a la liga. Siempre ha estado muy pendiente de cómo estaba yo y me ha arropado en ese sentido. Evidentemente, con su carrera y su experiencia, todo lo que me ha aportado ha sido positivo y tengo mucho que agradecerle como árbitro y también como persona.
¿Ves mucho baloncesto? ¿Cómo es el proceso de preparación de un partido?
Veo todo el baloncesto que puedo, aunque me gustaría ver más. La ACB la veo siempre y cuando puedo intento ver competiciones europeas. Dentro de lo que cabe, sí que veo muchos partidos.
Nosotros tenemos una rutina: hacemos un prepartido individual y luego nos reunimos los tres árbitros que vamos a pitar el partido. Después también hay una sesión de postpartido, de análisis de cómo ha ido y también un análisis individual. Es evidente que el hecho de ver muchos partidos te ayuda a identificar dinámicas de los dos equipos y hay que fijarse también en cómo han procedido los árbitros…
¿Por dónde intuyes que puede ir tu futuro?
No es sencillo plantearse un futuro, porque la dinámica marca mucho. En la liga funciona mucho por tu rendimiento, y si eres capaz de mantener un buen nivel estarás más tiempo y podrás pitar más partidos. Yo me planteo el trabajo diario y tener un buen nivel, y buscar un crecimiento a nivel internacional… Quizás creo que ahí puedo crecer un poco más. A nivel ACB, quiero mantener la exigencia y el nivel que se pide.
Iñigo Núñez