Txutxi Solar, psicólogo de profesión, forma parte en la actualidad del cuerpo técnico que más alegrías da al baloncesto bizkaino. El Lointek Gernika es un equipo imparable que supera cada año lo conseguido en el anterior. Solar, con una extensa y dilatada trayectoria y 44 años en los banquillos a sus espaldas, desgrana su carrera como jugador y entrenador, y nos da las claves del proyecto de Maloste..
¿Cómo empezó tu idilio con el baloncesto?
Yo soy del extinto colegio Corazón de María, que se trata de lo que hoy en día es Askartza Claret. Como niño, probé todos los deportes, fútbol como portero, balonmano, atletismo… Y por parte de mi familia el basket se había tocado tangencialmente, ya que incluso mi padre fue presidente de un club histórico, pero creo que empecé en el deporte por simple eliminación. Empecé tarde, en infantiles, y después subimos a Askartza, y tras estar un año en cadetes, busqué salidas fuera porque en mi equipo no quedaba nadie de mi generación.
Y se podría decir que ahí empezaste a entrenar…
Eso es. Una vez salí fuera comencé a interesarme por entrenar. Empecé con un equipo de minibasket en Askartza una vez me marché a jugar a Escolapios, a un conjunto juvenil muy competitivo que salió campeón de Vizcaya y jugó la fase para el Campeonato de España. Allí estaban Gaztañaga, Beitia, Campino… Creo que me hice definitivamente entrenador, como se suele decir, cuando ya no fui capaz de jugar. Pasé como jugador por un montón de clubes: Bidegintza, Jarrilleros, Independiente de Cruces, Askatuak, de nuevo Askartza… Pero siempre he entrenado, desde los 15 años.
Una vez que te retiras como jugador, das un salto grande e inmediato…
La verdad es que sí. Yo siempre había entrenado minis e infantiles en Askartza, pero en aquel momento me marché de golpe y porrazo a Loiola Indautxu a entrenar un equipo juvenil muy bueno con Hermosilla, Fran Lara, Simó… y un equipo regional de senior. Al siguiente año me saqué, a los 30, el título de entrenador nacional. Y ahí me fui a Patronato Maristas, a través del Caja Bilbao. Fui contratado por ellos para llevar una escuela en Deusto y para llevar y hacer un seguimiento a ese equipo, donde estaban jugadores de la talla de Eneko Izkara, por ejemplo…
En ese momento cambias chicas por chicos y asciendes a un nivel muy alto. ¿Qué recuerdos guardas de esa experiencia?
Xabi Aja me llamó para entrenar un equipo de lo que hoy sería Liga Femenina 2 en Esclavas de Fátima. Allí estaban Marisa Unzúe, Cristina Krug, Enar Aristizabal… Me tiré a la piscina y empecé a viajar por España sin haber entrenado nunca chicas. Para empezar, me queda una gran amistad con todas las jugadoras que tuve. Se trataba de una entidad con muy pocos recursos y había que viajar por toda España, y lo que recuerdo es que los viajes en autobús eran una auténtica gozada. Mi mujer viajaba con el equipo y los domingos por la tarde hacíamos post partido en casa de Aja. Bajábamos todas las jugadoras, el delegado… y tras merendar hacíamos una revisión del encuentro. Por otro lado, hacíamos el pre partido en el polideportivo de Artxanda, desayunando todas juntas, teníamos un psicólogo deportivo, que ya hacía visualización, activación…
¿Qué tal fue la temporada a nivel de resultados?
Recuerdo que a mitad de temporada íbamos anteúltimas. Se trataba de un conjunto que la anterior campaña había descendido y habían sido repescadas. Yo hablé con Aja y jugadoras para ofrecerles si querían un cambio porque yo veía que la cosa no funcionaba. Ellas insistieron en que no, en que estaban muy a gusto. Hicimos una segunda vuelta espectacular y quedamos quintas, y nos sirvió para que, por ejemplo Cristina Krug, se ganase un contrato jugando como profesional fuera en la liga. Fue una gran experiencia.
Tras el paso por Esclavas, volviste a Loiola…
Sí, me llamaron a mitad de temporada por la marcha del entrenador para coger las riendas del equipo de Segunda División. Lo cogí y al año siguiente me renovaron, y les estoy muy agradecido porque yo no tenía ninguna experiencia y confiaron en mí. Se montó el equipo para subir a lo que hoy día es la LEB Oro, y tenía jugadores de la talla de JJ Davalillo, Hermosilla… Fue un año en el que ganamos prácticamente todo, y en el que se me criticó por mi poca experiencia con 31 años. Jugamos un torneo de ascenso aquí en Loiola, con siete partidos en siete días, y quedando quintos de España. Por ejemplo, entre nuestros rivales estuvo el Estudiantes con De Miguel, Martínez… Leal en Joventut… Fue chulo pero muy complicado, con mi hija recién nacida y con los medios de visionado de vídeo de antaño. Tenía como ayudantes a Alberto Larrondo y Jorge Elorduy, pero como digo, fue difícil y cuando terminó decidí hacer un parón para poder atender las necesidades de mi familia, que había sufrido mucho durante aquel año.
Y la oportunidad volvió con el baloncesto femenino y de la mano del Kaixo.
Sí. Otra vez en la Liga Femenina 2. Me llamaron Luis Ledesma y Begoña Casado para que yo cogiese las riendas del equipo y me animé. Volví a dar vueltas por toda España pero tras ese año me trasladé y me fui a vivir a Mungia, así que decidí dejar ese proyecto. Cuando se enteró Isaac Amezaga, excompañero mío, de que me iba a vivir por allí, inmediatamente me llamó para coger un senior regional que en principio me sonó a chino pero acabé aceptando. Era un equipo muy bueno, con Jon Iriondo, Santamaría, Mikel Simó… gente potente que después progresó, ya que fuimos equipo vinculado en el Patronato Maristas. Entonces terminó la temporada y Figueroa lo dejó en Patronato y me llamaron a mí.
Otro proyecto que generaba mucha ilusión y con muchas pretensiones.
Correcto. En aquel conjunto estaban los hermanos Iturbe, Simó, Jon Iriondo, Ortún… Un equipo muy potente hecho por el aniversario del Patro con el objetivo de ascender. Ganamos la liga regular, y jugamos la fase de ascenso siendo claros favoritos. En la fase de ascenso caímos ante Calpe contra pronóstico y nos quedamos fuera. En aquel staff también tuve a mi lado a Jorge Elorduy, en otro año de gran aprendizaje en el que empezamos a ver otro baloncesto. Fue un año complicado también porque por encima estaba Bilbao Basket, al que no le iban bien las cosas, y que trató de ficharnos varios jugadores a lo largo de la temporada… Volví a parar después, porque tuve mi segundo hijo.
¿En algún momento te planteaste que el baloncesto fuese tu oficio?
Realmente no, porque yo desde los 23 años estaba trabajando con estabilidad y un muy buen sueldo, por suerte o por desgracia. Para mí coger la maleta y marcharme era una absoluta utopía. Creo que la apuesta por el baloncesto se ha de hacer cuando se es joven, sin aún haberse estabilizado porque después es sumamente complicado.
Se va acercando el momento de que nos cuentes cómo recalaste en Gernika…
Fue más que nada por mi hija. Ella ya no quería jugar más en la ikastola y yo comencé a llamar a mis amigos a ver quién podía tener un equipo de la categoría de mi hija. Entonces encontré a Mario, con el que yo había compartido sesiones de tecnificación, que por aquel entonces entrenaba un mini femenino. Una vez que acepté llevar a mi hija, empezaron las propuestas y acabé entrenando allí cadetes, juveniles, seniors de primera división… Hasta que mi hija dejó de jugar y yo también lo dejé.
Pero el tren de Gernika volvería a pasar…
Sí. Tras el ascenso a Liga Femenina y en el segundo año, Mario me pidió ayuda y yo acepté. Ahí llevo ya unos años en otro paso más en mi carrera deportiva.
Te queremos preguntar por las diferencias entre llevar un grupo de chicas y uno de chicos. ¿Cuáles son las mayores que tú te encuentras?
Depende siempre de las personas. Creo que, en general, las mujeres son mucho más disciplinadas y agradecidas. En términos de profesionalismo puede cambiar pero creo que es así por lo general. Creo que sucede porque las chicas siempre han tenido peores entrenadores que los chicos y que, cuando reciben a alguien serio y que quiere trabajar, lo agradecen en cuanto a actitud. Otra historia es el trato y la relación entre ellas, que en ese sentido un grupo femenino contiene mayor complejidad.
Háblanos del proyecto de Gernika.
El estar siempre subiendo un peldaño tiene un problema: que en algún momento no vas a poder subir más y te vas a caer. ¿Dónde está el límite deportivo? No tenemos por qué tener problemas en ese sentido, pero está marcado por el presupuesto y los recursos económicos. No obstante, creo que si no crecemos a nivel organizativo de club es muy difícil, porque la directiva está formada por padres y expadres de jugadoras. Es muy complicado generar dinero sin crecer a todos los niveles… Por ejemplo, el presupuesto de Valencia Basket ronda el millón y medio, y nosotros tenemos menos de la mitad. Eso se queda en el campo el otro día contra ellas, y yo creo que es fundamentalmente gracias al gran trabajo de Mario, un gran conocedor del baloncesto femenino y gran gestor de grupos en esos niveles. Después, tenemos que tener en cuenta también que el hecho de jugar Europa condiciona y tiene limitaciones presupuestarias que debemos de cumplir a rajatabla. Creo además que el mercado de Liga Femenina es muy reducido.
Se ha apostado, en materia de plantilla, por dar un paso adelante este año y los resultados lo están consolidando.
Para empezar, hay que hablar de que la filosofía de Mario radica en realizar una gran defensa para después jugar a baloncesto. Los últimos años, a diferencia de los primeros, ese perfil de jugadoras defensivas no se ha tenido, y ha tenido que cambiar ligeramente su método y su manera de enfoque, virando hacia un equipo con carácter ofensivo, con grandes recursos en ataque. Somos el tercer equipo más anotador y el tercero que menos recibe. La virtud del equipo es que, si bien no tiene un gran talento estético, ostenta una gran capacidad de trabajo y esfuerzo. Eso hace que nunca se pierda la cara a los partidos. Yo creo que se ha acertado plenamente con las incorporaciones, con grandes jugadoras nacionales y extranjeras que tienen conocimiento del castellano, básico en la integración de las jugadoras en el grupo.
¿Qué crees que le aportas a Mario López?
Yo trato siempre de darle mi visión. Sé que muchas veces no está de acuerdo pero tengo que decírselo aunque parezca que siempre le llevo la contraria. Creo que le puedo aportar más a nivel emocional que baloncestístico, sin querer herir y siempre con respeto. Le ayudo más a otro nivel, como confesor más que como asesor de baloncesto, que para eso ya está Lucas que tiene grandes conocimientos de baloncesto profesional.
¿Cómo ves la eliminatoria europea con Valencia en contra?
Muy duro por varios factores. Nosotros en Europa jugamos sin Roundtree y ellas incorporarán seguramente a Reisingerova, que estaba lesionada. La limitación es distinta en esta competición a nivel de planteamiento, pero no vamos a renunciar a nada y menos con el subidón con el que llegamos. Si nos eliminan, hasta ahí habremos llegado, pero creo que ellas van a estar igual o más preocupadas que nosotras por la eliminatoria.
Iñigo Núñez