El bilbaíno Martín Santana tuvo la suerte y el acierto de caer, el pasado año, en el momento justo y en el lugar apropiado. Toronto era en octubre de 2018 el destino del viaje que encabezaba un cambio radical en su vida. Ahora, el periodista puede presumir de haber contado un anillo en la mismísima Canadá. Por medio de todo ello, Scariolo, Ibaka, Marc Gasol, el All Star y un sinfín de anécdotas y vivencias que redondean una experiencia magnífica.
¿Cómo surge la oportunidad de ir a Toronto?
Mi idea surge de que yo siempre he querido irme a América, en este caso a EEUU, pero estaba complicado por el tema económico. Terminé la carrera de Periodismo y estuve un año aquí sin hacer nada en concreto, y mis padres me querían fuera de casa… (risas). De repente, un amigo mío me comentó la existencia de un tipo predeterminado de visado, y encontré la opción de Toronto, que tiene NBA y para mí eso era esencial.
Los inicios son siempre complicados…
El hecho de irme fuera, y tan lejos, era un shock a nivel personal. Y a nivel profesional fue complicado, porque en principio no me iban a acreditar, debido a algún problema con los estrictos requisitos establecidos por la NBA. Afortunadamente, Gigantes tomó cartas en el asunto y, por mediación de sus patrocinadores, me llegó la acreditación un día antes del season opener Toronto-Cleveland. Desde ese día, empecé a cubrir absolutamente todo.
¿Qué recuerdas de ese primer partido?
Es extraño, porque yo siempre había vivido la NBA como aficionado, aunque había realizado alguna cosa a nivel profesional desde lejos. En ese momento estás dentro. Tengo la suerte de, unos días antes del comienzo, conocer a un periodista argentino llamado Óscar Paratore, al que le debo la vida en Toronto. Él me presenta a todo el mundo, facilitándome mucho la vida. Recuerdo que en ese primer partido hablo con los jugadores y no hago cobertura como tal. De todas maneras, asusta. Estás en mitad de una red de profesionales que yo había seguido tiempo antes. Es como un sueño, porque esta vez ya estaba trabajando.
¿Cómo empiezas a colaborar para Gigantes del Basket?
Una semana antes de marcharme yo no tenía casa ni trabajo, y entonces es cuando David Sardinero, director de Gigantes del Basket, me llama para hacerme saber que me iban a acreditar y me iban a ayudar económicamente. Fue increíble porque Gigantes es referencia y muy especial, yo estaba dispuesto a escribir gratis en la revista. Es la primera revista en papel que me publica, y tengo guardados todos los ejemplares. Además, tengo la suerte de mantener una gran relación con David Sardinero, al que conocí en el Mundial 2014.
Las dos primeras relaciones que forjas allí son Serge Ibaka y Sergio Scariolo, dos personas con trayectorias envidiables. Cuéntanos algo más de ellos.
Tengo la suerte de tener la doble nacionalidad española e italiana. Abro la vía italiana con Scariolo, ya que sé que podía ayudarme esa relación. Manteníamos charlas distendidas acerca de lo que iba sucediendo en España y no le entrevisté hasta las finales, donde ya me senté con él a hacerle preguntas. Por otro lado, con Ibaka es más complicado, principalmente porque siempre es el último en ducharse. Para el que no lo sepa, los periodistas en la NBA podemos entrar a los vestuarios y hablar con los jugadores, cosa que aquí nos parece un lujo.
Se trata de un cambio muy grande respecto a la prensa…
Totalmente. Allí jugadores y prensa se conocen todos y se saludan en los vestuarios. Tienes la posibilidad cada día de poder entrevistar a los jugadores tras el encuentro… La relación es más sana, también interesada, pero simbiótica. Ellos también tienen interés en la prensa, porque saben que para tener voz han de tener una buena relación con determinados periodistas. El respeto es mucho más grande, y en eso contribuye la cultura de los jugadores y la cultura de la prensa.
¿Cómo es la cobertura y cercanía fundamentalmente con Marc Gasol?
Llega Marc en febrero. Un poco antes del All Star, que también es una experiencia increíble para mí porque conozco a muchos profesionales que yo había visto en medios de comunicación. En el momento que llega, se me abre un mundo. Después, me llaman de Gigantes y me comentan que Marc había decidido concedernos una entrevista a nosotros entre todas las solicitudes que tenía. Así que me dirijo a su casa, donde mantenemos una hora de charla distendida. Para mí es la mejor pieza que he hecho, porque descubro a Marc como persona, que es mejor incluso que como jugador. A partir de ahí, la relación con él es continua y yo me doy cuenta de que me siento realizado, de que era uno de los motivos por los que yo quería estudiar periodismo. La pieza sale en portada y a nivel personal es increíble.
Y los Raptors van avanzando…
Ya cuando llega Marc deportivamente cambia todo. Las finales de conferencia son espectaculares, porque Kawhi Leonard levanta los dos primeros malos resultados y en el sexto partido en casa se certifica el pase a las NBA Finals. Ese día hay una gran explosión en la ciudad, preludio de lo que serían las finales.
¿Y las finales? ¿Qué recuerdos te vienen a la cabeza?
Por ejemplo, estar haciendo la previa en la cancha y tener a Shaquille O’Neal al lado. Es la mayor fiesta del mundo, para el mayor espectáculo del mundo, y podríamos decir que el baloncesto casi pasa a un segundo plano por la organización. Me veo superado prácticamente por toda la película que tengo alrededor. El Jurassic Park es un hervidero… Tenía la suerte de haber vivido las finales del Athletic y la locura en Bilbao, pero Toronto es una ciudad de millones de personas que, de pronto, se llena. Una absoluta locura. La única pena que me queda es que el anillo se gana fuera de casa…
Fuiste referencia en España…
Me lo ha dicho mucha gente. Este año, en Aste Nagusia, me ha parado mucha gente para decirme que me seguía y que había seguido la NBA gracias a mí. Yo entiendo que mi contenido era diferencial por el hecho de estar allí. Todo ese crecimiento mediático me ha llenado muchísimo.
¿Cómo va la vuelta a casa?
Lo llevo bien, sobre todo porque he visto que allí ha cambiado mucho la situación… (risas). Mi compañero argentino me pide que vuelva porque dice que soy el talismán. En realidad va bien, porque tenía ganas de volver a casa. Tengo ganas de hacer más cosas, con mi podcast de NBA, escribiendo, narrando al Bilbao Basket…
¿Qué estás haciendo ahora?
Como te decía, estoy con el podcast, y con Bilbao Basket a parte de escribiendo. Entreno un junior masculino en La Salle, y un infantil y un mini en Lauro… Además de jugar en Indar Saski y estar en el cuerpo técnico de la selección bizkaina. Me faltan horas… Los fines de semana para mí son un absoluto estrés, casi 5 partidos.
¿Qué va a ser del Martín Santana del futuro?
Esa pregunta me la hace mi madre… (risas). Creo que este curso lo terminaré en Bilbao, salvo que surja alguna oportunidad excelente. Lo que siento, aunque pueda parecer pretencioso, es que Bilbao se me queda pequeño y quiero salir a Madrid o a Barcelona. He visto las oportunidades de trabajo que tienen compañeros con trayectorias similares a la mía y que, solo por estar en esas ciudades, tienen privilegios a los que yo ahora mismo no puedo optar. Así que mi idea es esa… ¡pero nunca se sabe!