Jon Betolaza, conocido como Beto, es un clásico de la Liga EBA y del Santurtzi en concreto. El pequeño base bilbaíno ocupa un lugar en el corazón de todos los aficionados del club marinero por su manera de ser y de jugar. Derrocha sacrificio, esfuerzo, orgullo y todos los valores que puedan describir a un deportista modélico. Formado en Askartza, suma una década ya en las filas del club morado, donde ejerce de capitán además de director de operaciones. Revela que su amor por el basket se lo inculcó su aita Josean Betolaza, y que ,desde que apenas tenía un año, era un habitual del pabellón de La Casilla, donde jugaba o posteriormente trabajaba su padre mientras que él, tal y como hace ahora en la cancha, no paraba de corretear.
¿Cómo son tus inicios en el basket?
Me viene de familia, porque mi padre era jugador de baloncesto. Yo tengo fotos con un año en el pabellón de La Casilla, con los cascos puestos para no escuchar las sirenas, pero ya chupando mucho baloncesto. Realmente antes de empezar a jugar yo ya había metido muchas horas, porque a mí me gustaba y a mi padre también. Luego, ya en el colegio, empezamos en premini a jugar. Se me daba bien y yo disfrutaba mucho.
Viendo basket de tu aita… ¿qué recuerdos son los primeros que te vienen a la mente?
Yo vi a mi padre retirándose, en sus últimos años. Y el recuerdo que me viene es la mascota de por aquel entonces… (risas) No me acuerdo del baloncesto concretamente, porque era muy pequeño, pero sí me vienen chispazos de La Casilla abarrotada, el ambiente de los primeros años de Bilbao Basket allí… Mi aita después dejó de jugar y continuó muchos años como fisioterapeuta del BB, e iba muchas veces con él a los entrenamientos del equipo y, mientras él vendaba, yo andaba por allí correteando… A él le encanta el baloncesto y me lo ha inculcado a mí completamente.
Empezaste en Askartza Claret, decías…
Nos lo pasábamos muy bien y además no éramos nada malos, siempre competíamos por quedar campeones de Bizkaia. Guardo recuerdos buenísimos de aquellos años, jugando con amigos y con gente con la que aún mantengo gran relación. Estuve allí hasta mi primer año de cadete, cuando dejé el colegio para unirme al Santurtzi, que por aquel entonces tenía equipos en Liga Vasca.
¿Por qué decidiste dar el cambio y empezar a vestir de morado?
Insisto en que el nivel de Askartza era bueno, pero a partir de cadete los equipos comienzan a reforzarse, y con Askartza no teníamos la opción de llegar a liga vasca. Surgió la opción de venir a Santurtzi, y vinieron conmigo un par de compañeros más también. Fue una decisión difícil porque llevaba toda la vida en el colegio y estaba muy a gusto, pero quería probar otra cosa y el reto de la liga vasca me seducía.
Jon, durante tu periplo en categorías inferiores has pasado por las distintas selecciones de todas las edades. Pero… ¿recuerdas el día de tu primera llamada?
Me acuerdo perfectamente de ese día, justo lo tengo grabado. Estaba en casa y nos llamaron para una tecnificación de la que después saldría la selección, y cuando la lista llegó al colegio y vi mi nombre fue una gran alegría, porque un reconocimiento como ese de tan pequeño para mí fue un subidón brutal. De Askartza fue también mi compañero Erik, y recuerdo llamarle y estar ambos muy contentos.
Y de ahí en adelante, prácticamente cada domingo ocupado con selecciones…
A mí me gustaba jugar a baloncesto y yo lo disfrutaba mucho. Venía muy bien el aspecto formativo, porque eran entrenamientos diferentes a los del club, y también relacionarte y competir con los mejores de la generación. Creo que es una oportunidad muy chula.
En cuanto a jugadores, de los que destacaban cuando éramos pequeños hay pocos que sigan jugando. En cambio, hubo jugadores que empezaron a destacar en cadetes, como por ejemplo Iker Salazar, al que yo no conocía hasta prácticamente esa edad y ahora es un jugador de gran nivel, que marca diferencias en LEB Plata. Pasó parecido con Xabi Vega, actual compañero mío también, pero al que empezamos a conocer más en junior. Del 92 también coincidí con varios jugadores con los que mantengo el contacto, como Juan Torres o Sergio Iglesias.
Hablamos ahora de la etapa de Santurtzi. ¿Cómo te afectó el cambio y qué descubriste en tu etapa bajo el mando de Imanol Martínez?
Imanol era un entrenador que siempre jugaba con plantillas cortas, y por ello ya siendo cadete entrenaba con los júniors porque trabajábamos ambos equipos juntos. Tanto en cadete como en juvenil tuve la suerte de competir al máximo nivel, y yo creo que di un salto de madurez, actitud y ganas de competir. Es uno de mis mejores años.
Teníamos un muy buen equipo, y recuerdo que nos medíamos al Easo de Mikel Motos, Darío Brizuela…. Y al Baskonia, que más de lo mismo, con becados que han llegado muy arriba. Nosotros éramos ese equipo que siempre estaba detrás, y a nivel bizkaino teníamos una gran rivalidad con Loiola Indautxu, con el que siempre se daban partidos muy igualados que solían caer de nuestro lado.
Por otro lado, entiendo que en esa etapa comienzas a vislumbrar un futuro en un buen nivel deportivo…
La verdad es que yo siempre he sido muy consciente de mis limitaciones, sabiendo cómo era y hasta dónde podía llegar. Nunca me he planteado objetivos concretos ni techos, y no me he visto muy por encima de donde he llegado. El hecho de tener a mi aita en casa, muy relacionado con el mundo profesional, hacía que yo supiese lo que hacía falta para estar cerca de ese entorno y eso me ha ayudado. Yo nunca me vi en esos niveles, pero también es cierto que en ningún momento perdí la ilusión de ver hasta dónde podía llegar.
Después, en tu etapa como junior, también doblabas encuentros los fines de semana. En este caso, con el senior de 2ª Nacional que había en Santurtzi por aquel entonces…
Eso es. Además, el club aún tenía el equipo en LEB Plata y tuve la oportunidad de hacer un par de pretemporadas con ellos, y darme cuenta del nivel que había. Al final, yo no había salido mucho de aquí más que para algún Campeonato de España, y no conoces todo ese mundo. En cuanto a este segundo equipo, solo había tres o cuatro seniors y la plantilla estaba formada íntegramente también por juniors. Fue una etapa buena, porque en la categoría juvenil yo tenía que llevar el peso del equipo y asumir responsabilidades, mientras que en el senior era diferente, porque los contrincantes eras extremadamente distintos por la diferencia en experiencia. Esos dos años de empezar a tocar la senior a ese nivel me redujeron el salto de categoría y me vinieron muy bien.
¡Y además en esos años también corrías!
¡Sí! Había fines de semana de dos partidos y carrera, y tenía que correr para llegar a todo. Tengo anécdotas de que se me subiesen las bolas… Pero fue una muy buena etapa, más o menos hasta juveniles continué corriendo.
El primer año senior también trajo emociones fuertes…
Sí, jugamos en 1ª Nacional. El club tuvo la mala suerte de, por motivos extradeportivos, perder su plaza de LEB Plata. Justo la anterior temporada, el senior había ascendido de 2ª a 1ª Nacional y ese equipo se quedó como referencia del club. Hicimos un equipo muy potente, con el objetivo de ascender a EBA. Tuvimos jugadores que se quedaron de los años de LEB, como Sergio Sánchez o Edu Hernández, y que fueron dominantes en la categoría, y el entrenador fue Jorge Elorduy. Fue una gran experiencia, porque me dieron muchas responsabilidades y todo el mundo confió en mí, desde el técnico hasta mis compañeros. Me tocó hacer un aprendizaje rápido, porque tenía que dirigir al equipo desde el principio pero me vino muy bien esa responsabilidad.
Otra de las experiencias que recordarás es esa pretemporada que hiciste con el Bilbao Basket…
Fue hace un par de veranos, justamente el año que después descendieron de ACB. Ellos empezaban a entrenar a mitad de agosto y aquel verano había habido Eurobasket y surgió la oportunidad porque andaban faltos de gente. Para mí fue una experiencia brutal; era el equipo que yo llevaba viendo desde pequeño, y es como tocar lo máximo. Estando con ellos, tienes todas las facilidades del mundo, entrenas con jugadores de un nivel con el que ni habías soñado… y encima acabó con el premio de poder decir que fui convocado al partido de la Euskal Kopa que se jugó en Durango y que acabamos ganando. Fue muy chulo.
Después de ese ascenso, toca un largo periplo en la Liga EBA. ¿Qué te viene a la cabeza si tuvieses que resumir las temporadas que has estado en Santurtzi?
Ha habido temporadas de todos los colores. Tanto años muy buenos en los que hemos peleado por estar en fase de ascenso como otros en los que hemos trabajado para la salvación. Al final, todos los equipos son guerreros y no hay partido fácil, fundamentalmente fuera de casa. Pelear por estar arriba te trae sensaciones muy buenas, pero también se aprende de los años en los que se sufre. Estos dos últimos años han sido más complicados, y es mejor estar tranquilo cara a la salvación, está claro, pero me gusta que haya un objetivo claro en los últimos meses de competición.
Creo que el nivel a lo largo de los años se ha mantenido. Yo distingo dos tipos de equipos, desde que empecé: por un lado, los equipos que fichan jugadores de fuera, y por otro, los equipos ‘de pueblo’, con menos talento pero más garra y carácter luchador. Hay mucha variedad, porque no hay equipos que dominen permanentemente.
Vamos con esta temporada. ¿Cómo ves al equipo para lograr la salvación?
La dinámica es muy buena. Sí que creo que hemos tenido la parte del calendario más asequible y ahora nos vienen compromisos muy complicados, sobre todo en casa. Estamos en un buen momento, y si nos dicen hace dos meses que estaríamos en esta posición, seguro que habríamos firmado todos, porque llevamos ocho victorias en los últimos diez partidos. Estoy convencido de que nos vamos a salvar. Nos afectó la marcha de Jorge, pero hemos sabido reconducirlo de nuevo para volver a la buena línea a pesar de que fue un palo. No nos lo esperábamos aunque sabíamos que la posibilidad estaba ahí.
Iñigo Núñez