Talento desmedido y un descaro pocas veces visto don dos atributos que encajan perfectamente en la descripción baloncestística de un jugador como Bingen Pérez. Formado en la cantera de Loiola Indautxu e iniciado en el deporte inspirado por su hermano Jon, Bingen acumula a sus veinte años un número interesante de experiencias: Ligas Vascas y Campeonato de España con Loiola, el sueño americano, el viaje a Canarias y los pasos por Zornotza y Bilbao Basket para recalar y encontrar la estabilidad final en Santurtzi, donde dice haber encontrado su sitio. Conocemos un poco más a un chaval con la pillería propia del hermano pequeño de la familia que tiene la ambición de alcanzar su límite y hacerlo ganando de morado.
Estudiante de Maristas, creciste como jugador en la cantera del Loiola Indautxu… Suponemos que tu hermano Jon influyó directamente en que te empezase a gustar el baloncesto . ¿Cómo fueron los primeros años de basket?
Empecé a jugar en Maristas, en mi colegio, básicamente porque mi hermano jugaba a baloncesto. Creo que estuve en el colegio dos años, en tercero y cuarto de primaria, pero después mi hermano ya estaba en Loiola y fui yo también. Y estuve allí desde ese momento hasta primero de bachiller, cuando me marché. Son dos grandes canteras. Fui más consciente de lo que hacía en Loiola, porque Maristas me pilló de pequeño. Allí vi que sí me gustaba mucho jugar a baloncesto, doblaba entrenamientos, tenía otras sesiones aparte con entrenadores individualmente…
Allí tuviste la experiencia de jugar un Campeonato de España con Loiola; una generación muy buena logró campeonar en Euskadi e incluso enfrentarse al Barça en el Campeonato…
Para mí aquel año de cadete fue uno de los mejores. Teníamos un equipo en Loiola que en principio no era el favorito, porque había otros equipos muy fuertes, pero hicimos un equipo muy bueno y ganamos la liga vasca no sé si perdiendo un partido o ninguno. Nos enfrentábamos con Baskonia, y varios jugadores de ese roster ahora son profesionales o han llegado a Divisón I en Estados Unidos. El premio fue el Campeonato, y sabíamos que podíamos competir, y así lo hicimos ganando a canteras como Valencia o Cáceres. En cuartos de final nos ganó el Barça, que era un equipo físicamente superior.
Has podido disfrutar de selecciones territoriales y autonómicas, estando en órbita de los mejores equipos, pero físicamente tu estatura nunca ha sido destacable. ¿En algún momento te ha hecho pensar el hecho de no ser ‘de los altos’ y tener aspiraciones de llegar arriba?
En cuarto de la ESO pensé mucho sobre este tema de poder buscar más altas aspiraciones, y estaba bastante convencido de marcharme a estudiar una carrera a Estados Unidos para no ponerme límite. No obstante, siempre tuve claro que tenía que continuar estudiando y en casa han sido estrictos con ello. Estuve dándole vueltas, con el ejemplo de mi hermano, a lo de marcharme a una universidad, pero ahí fue cuando recibí la llamada de CBA (Canarias Basketball Academy). Me pareció muy atractivo marcharme en segundo a Canarias, porque me permitía jugar al máximo nivel y no perder comba en los estudios. La idea era que Canarias hiciese de trampolín con Estados Unidos.
¿Y cómo fue esa experiencia?
Me entraron las dudas de si a mí realmente me gustaba el baloncesto al nivel de entrenar antes de ir al colegio y ese tipo de sacrificios. No lo tenía del todo claro. En el aspecto baloncestístico, estaba muy motivado de poder crecer y alcanzar mi límite. Y ahí tomé la decisión de querer volver a casa, donde podía seguir jugando al basket al máximo nivel pero en casa. Se me despejaron las dudas y no quise ir a Estados Unidos, y me di cuenta de que eso no era para mí. Y esa es la causa de no terminar el año allí, ese brusco cambio de opinión. Deportivamente creo que Canarias era un sitio donde se mejoraba muchísimo: físicamente te explotabas a ti mismo y técnicamente también.
Y en ese momento recalaste en Zornotza, en la LEB Plata. Pasaste después por Bilbao Basket en 1ª Nacional para finalmente asentarte en Santurtzi, en la categoría EBA, donde parece que has encontrado estabilidad.
Sí, esos dos años desde que volví de Canarias tuve mucho movimiento y hubo un punto en el que estaba harto de cambiar de un sitio a otro. Llegué a Santurtzi, un sitio donde se compite por ganar todos los partidos y donde se entrena para ganar cada día. Da igual quién tengas delante que sales a ganar. Y luego está el aspecto del grupo, que humanamente es un equipo de amigos pero que después salen a la cancha a luchar por todo. Además creo que hay mucho futuro y calidad en esta plantilla. He encontrado mi sitio porque se entrena siempre al máximo y hay compromiso total, pero como persona también estoy muy contento y me gusta mucho.
Te has rozado en varias ocasiones con el basket profesional. ¿Qué sensación te ha dado al estar en contacto con gente cuya vida es el baloncesto?
La verdad es que por un lado es muy bonito y por el otro no. Por ejemplo, yo fui a Zornotza con intención de aspirar a lo máximo, pero me di un golpe de realidad. Te dices a ti mismo: “mido 1’80 o ni eso, tengo diecisiete años, peso 60 kilos justos y estoy jugando contra gente que ha dejado a su familia para venir a jugar y a competir aquí”. Esa gente lo da todo, y por esa parte es complicado, por la parte del enorme sacrificio y del esfuerzo. Además, en la cuestión económica hay que ligarlo con la comparativa con el fútbol, donde un futbolista que aspira a ser profesional puede serlo de verdad en cuanto a condiciones. El basket, en este caso, no es así, y si quieres llegar tienes que dejar muchas cosas de lado.
Vamos al presente. La 3ª plaza del año pasado dejó buenas sensaciones en Santurtzi, y este año el arranque es prácticamente inmejorable con liderato y ocho victorias con una única derrota. Tú personalmente has estado lesionado y has vuelto en el último partido a la pista. ¿Cómo ves al equipo?
La verdad es que la vuelta ha sido como si no me hubiese ido. He tenido que estar estos dos meses fuera por la lesión y he echado de menos muchísimo el hecho de jugar. Estoy bien y me encuentro cómodo, igual algo más lento, pero bien. Durante mi ausencia el equipo ha jugado muy bien y creo que tenemos uno de los mejores equipos jugador por jugador, y el feeling entre nosotros es muy bueno. De momento estamos ganando y es una pasada el equipo que tenemos.