[box]Ostirala honetan, Arriaga Antzokian egin zen Bilboko Udalak azaroaren 25a, Emakumeenganako Indarkeriaren Aurkako Nazioarteko Eguna gogora ekartzeko antolatu duen ekitaldi nagusia. Eta Juan Mari Aburto Alkatea izan da irakurraldi irekiaren buru. Hainbat testu eta argitalpenen zatiak, poemak, diskurtsoak eta abestiak irakurri dira, denak emakumeenganako indarkeriaren gaitzespenari edo andrazkoen eta gizonezkoen arteko desberdintasunari buruzkoak.[/box]
Alkatea, bilbotar guztien ordezkari gorena den neurrian, lehena izan da indarkeria matxistaren aurkako iritzia agertzen, EUDEL Euskadiko Udalen Elkarteak proposatutako Adierazpena irakurriz. Berarekin egon dira Bilboko eta Bizkaiko gizartearen ordezkariak, Itziar Urtasun Berdintasun Saileko zinegotzia, zenbait talde politikoko zinegotziak, UPV-EHUko ordezkariak, Bilboko Udaleko Immigrazio Kontseiluko eta Lankidetzarako Udal Kontseiluko ordezkariak, Unesko Etxea, Fekoor, Gurutze Gorria, Down Sindromearen Fundazioa, Ellacuria Fundazioa, merkatarien ordezkariak, Osakidetza, Athletic Club, Bizkaiko Eskubaloi eta Errugbi Federazioak eta kominkabideak, besteak beste.
Koldo Mendiaren irakurraldia:
“La cosificación de las mujeres”. Fabricio de Potestad.
La cosificación supone el acto de representar o tratar a una persona como a un objeto, una cosa sin conciencia y sin cualidades intelectuales y personales que, por tanto, puede ser usada como uno desee. Si bien el concepto de cosificación u objetivación de las mujeres surgió con el feminismo de la década de los años 70, Thorstein Veblen, en el siglo XIX, ya denunció la humillación patriarcal de la mujer, su posición de criada y objeto de ostentación, reliquia, según él, del estadio de los cazadores y guerreros. En efecto, el confort y protección que se concedían a las mujeres no eran más que signos que tenían como objeto poner de relieve el estatus de su amo.
La dependencia en que la sociedad patriarcal ha mantenido a las mujeres con respecto al hombre las ha mutilado hasta tal punto que apenas han tenido, como sujetos, parte esencial en el desarrollo histórico. Sin embargo, es hoy en día, bajo el imperio de la relatividad y la sacralización de la opinión sin apenas sustento argumental, cuando la cosificación de las mujeres se ha vuelto más relevante, pues en una sociedad devorada por el consumismo, las mujeres han pasado a convertirse en mercancías dedicadas al disfrute del hombre y de mujeres que como hombres piensan.
La consideración de objeto, en ocasiones casi imperceptible, a la que se somete a las mujeres, se expresa a través de la publicidad, las revistas del corazón, las series de televisión, el cine o la literatura, cosificación que se transforma en violencia cuando sus cuerpos son objeto de consumo en el libre mercado. En este sentido, las mujeres no han quedado excluidas del ámbito de la producción sino para verse engullidas por la esfera del consumo, encadenadas a la inmediatez del mundo de la compra venta de mercancías. Mientras los hombres están ligados al beneficio económico, las mujeres son identificadas con la mercancía. “El hombre es un lobo para el hombre”, decía Hobbes. Hoy, este hecho, sin dejar de ser cierto, se ha transformado en el hombre es un lobo para las mujeres. El hombre es reconocido, para dicha suya, como autónomo por una conciencia, la de las mujeres, que él, a su vez, no reconoce como autónoma.