El colegio de Escolapios formó y moldeó, durante su etapa de formación, a uno de los grandes representantes actuales del basket bizkaino. A sus veintinueve años, Juan Torres puede presumir de una amplia y diversa experiencia en el baloncesto que ha ido a la par de su crecimiento en el mundo profesional. Su prioridad laboral fue clara, pero eso no le impidió poder exprimirse a sí mismo en el basket para ver hasta dónde podía llegar. Pronto cosechó el ascenso a LEB Plata de la mano del Zornotza, donde después volvería para rozar el sueño de la LEB Oro. Santurtzi fue también el destino de este bilbaíno tras un año en Irlanda que recomienda positivamente, y como morado disfrutó de sus mejores años en la pista. Una lesión parecía que le apartaría definitivamente de su pasión, pero sus amigos lograron convencerlo para volver a un Leioa que materializó un sueño de ascender a Liga EBA, donde Juan está de vuelta y como gran protagonista. Hablamos con el bilbaíno, una especie en peligro de extinción por su gran habilidad al poste bajo y sus cualidades en posiciones interiores que combina con la experiencia y conocimiento del juego.
Eres uno de esos jugadores que han aprovechado el baloncesto durante tu formación profesional para vivir experiencias y conocer otros lugares. Llama la atención tu periplo en Irlanda… ¿cómo lo viviste tú?
Vino muy de sorpresa, no lo esperaba. Era un año de baloncesto en el que estaba bastante desanimado, porque la temporada anterior habíamos ascendido a Plata con Zornotza, y el Club decidió, debido a mi juventud, vincularme al equipo EBA de Unamuno. Estuve muy contento en ambos lugares, pero las vinculaciones siempre son muy peligrosas y no llegué a pertenecer a ninguno de los lugares, lo que hizo que fuese una temporada dura para mí. Yo estaba acabando la carrera, y un profesor me comentó que un contacto en Irlanda se había interesado por mí y me preguntó si quería ir. No me lo tuve que pensar mucho, ya que me dieron una beca deportiva para poder hacer el máster ahí mientras jugaba en la primera división del país y en la liga universitaria. Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo.
A la vuelta de tu periplo irlandés, tienes la oportunidad de disfrutar de varios años muy buenos en EBA con Santurtzi y el excepcional año de LEB Plata con Zornotza en el que os quedasteis a las puertas del ascenso a LEB Oro. ¿Qué recuerdos guardas de esos años?
Obviamente ha habido momentos buenos y malos pero siempre hay que quedarse con lo positivo. Al Santurtzi le debo mucho, porque es el Club que apuesta por mí cuando vuelvo de Irlanda, y he pasado varios de los años en los que más me he divertido en la pista jugando con grandes amigos como Jon Betolaza o Martí Gamarra. Fueron años muy bonitos en los que estuvimos a punto de jugar por ascender, y en ambos nos quedamos a un partido. Zornotza me llama después de un año muy bueno en Santurtzi, y me costó mucho tomar esa decisión. Al final me incliné por ir a Amorebieta fundamentalmente por una cuestión personal, ya que mi mejor amigo es Iker Salazar y tenía muchas ganas de jugar con él. Lo que comenzó como una experiencia nueva por jugar en PLATA y jugar con Iker terminó con un año histórico en el que casi ascendemos a LEB Oro.
Con tu experiencia, ¿has valorado en algún momento ser profesional del baloncesto o darle más importancia?
Cuando eres más pequeño siempre tienes el sueño de llegar a ser profesional, pero yo siempre he intentado en todos los ámbitos de mi vida saber hasta dónde podía llegar. Eso es lo que más me ha motivado siempre. Pero sí que es verdad que cuando volví de Irlanda, donde los últimos dos meses fueron duros, tuve ofertas para volver al extranjero. Tuve miedo, y decidí quedarme, y comencé a encontrar contratos laborales. La opción de poder jugar en Santurtzi también me hizo decantarme por estar aquí, y con la edad que tenía ya era difícil poder pensar en dar más pasos a nivel deportivo y profesional. Decidí que lo primordial para mí era el trabajo, y a raíz de ahí trato de jugar lo más alto posible compaginándolo con mi trabajo.
El presente te ha llevado al Leioa, donde te integraste definitivamente hace dos temporadas en 1ª Nacional. Lo que en principio era una vuelta al basket para ti se ha convertido en un reto muy chulo.
El último año en Santurtzi tuve una lesión muy dura de rodilla y prácticamente decidí dejar el baloncesto. El Leioa ese año estaba en 2ª Nacional, y ascendieron. Tengo muchos amigos de la cuadrilla jugando allí, y me animaron a retomar y a volver a entrar. Además, el preparador físico era el que ya me había llevado en Zornotza. Con la idea de retomar el deporte y cuidar la rodilla comencé a hacer cosas y entrar en dinámica de equipo, y empezaron a ir las cosas mejor. Quedamos a mitad de tabla cuando se corta la liga por la pandemia, y el año pasado decidí seguir y fue un año excepcional. Quedamos campeones de liga y ascendimos por méritos propios a Liga EBA, lo que fue todo un honor para el club y para nosotros.
Con ello más exigencia y más compromiso, seguro. Pero a nivel personal y según indica el apartado estadístico, no te está yendo nada mal…
Al final mi figura se corresponde con la experiencia, porque hablando con Igor, nuestro entrenador, vemos que los chavales de Leioa tenían unas ganas tremendas pero experiencia más arriba teníamos muy pocos. Joseba Estalayo, que había jugado muchos años en Plata, también se incorporó al equipo e Igor me dijo que había que tirar para adelante. Esa era mi motivación este verano, y he conseguido trabajar bien físicamente y me estoy encontrando muy bien.
¿Cómo te has encontrado la liga tras unos años de ausencia personal? ¿Alguna sorpresa?
La verdad es que me está gustando mucho. Comparado con los últimos años de Santurtzi en los que vi la liga algo más justita, este año me parece que está muy bien. Los equipos han vuelto a fichar y hay grandes jugadores y equipos. Los equipos cántabros, Santurtzi, Baskonia… son equipos con mucho ritmo y mucho físico.
Actualmente habéis logrado cuatro victorias y estáis en los puestos bajos de la clasificación. Peleáis lógicamente por la permanencia porque bajan seis equipos en la liga…
La verdad es que este año estamos teniendo, creo, algo de mala suerte. Excepto dos partidos, todos se han resuelto en diferencia menor de diez puntos, lo que vuelve a revelar la trascendencia de los pequeños detalles. El equipo contrario anota un triple y tú lo fallas, y eso hace la diferencia de perder o ganar. Al principio creíamos que era cuestión de que no dábamos con la tecla, pero ahora no tenemos claro el motivo. Nosotros tenemos que empezar a sumar sí o sí porque el calendario se va agotando. Este fin de semana jugamos contra Mondragón, que es un equipo muy duro, y le debemos una victoria en casa a nuestra afición. Al principio de la campaña contábamos con hacernos fuertes en Kandela y rascar lo que se pudiese fuera, pero está sucediendo justo al revés.
El ambiente está siendo una maravilla en casa. Todos los equipos que vienen nos lo dicen, porque la grada se llena y los sitios a pie de pista también. Además es una manera de vivir el partido sana, con los bombos y la gente apretando. Hay mucho ruido y muchísimo chaval joven, también. En Leioa prácticamente nos conocemos todos, porque todos vivimos en Leioa salvo yo, que vivo en Bilbao, y todas las cuadrillas del pueblo vienen a vernos. Les debemos mucho y están haciendo que sea un año bonito pese a los resultados.