ENTREVISTA: ¿Qué fue de…Elena Carrera?

ENTREVISTA: ¿Qué fue de…Elena Carrera?

Conocemos la historia y la carrera deportiva de Elena Carrera, una portugaluja que durante muchas temporadas fijó el techo de altura del basket femenino bizkaino con su 1’89. Tras muchos años en el Getxo, pudo cumplir su objetivo de competir un año en la Primera División en tierras alavesas para finalizar su carrera en el proyecto del Kaixo. Después llegaría un período de desconexión baloncestística y un gusanillo que ha vuelto a aparecer con sus tres sobrinos, todos ellos jugadores. Oribeltza llamaría a su puerta para ayudar en el proyecto de basket de Portugalete el pasado año y desde entonces Carrera trabaja porque todos los niños de la noble villa puedan hacer baloncesto. Su trayectoria está llena de broches y círculos cerrados, y el ejemplo paradigmático es el suyo propio: tuvo que salir de Portugalete para empezar a jugar y ahora trabaja porque esto no le vuelva a suceder a ninguna niña.

Tu primera relación con el basket fue tardía, casi a los catorce años. ¿Cómo fueron los inicios en el deporte?

Yo mido 1’89m, con lo que mi estatura siempre fue motivo de que todos me dijesen que probase el baloncesto. El problema era que en Portugalete no había baloncesto femenino, solo masculino. Accidentalmente y por mediación de un familiar mío contactaron con Trinitarias, que después se convertiría en Getxo, que en aquel momento tenía un equipo de baloncesto en Algorta. Creo que empecé casi por vergüenza, por no decirles que no… (risas) Pero me enganché rápido y estuve muy contenta.

¿Qué te viene a la mente cuando piensas en aquellos primeros años de baloncesto?

Para mí fue una etapa muy bonita y que me ayudó mucho a nivel personal con mi altura y mis complejos. Tengo grandes recuerdos de compañeras con las que aún sigo en contacto, así como entrenadores, y recuerdo que Getxo hizo un proyecto para poder ir ascendiendo y alcanzar lo más alto. Tuve opciones para poder salir pero siempre opté por quedarme.

Habrás sido una de las jugadoras más altas del basket bizkaino, si no has sido la más… El juego también ha cambiado mucho, ahora.

En aquella época sí que lo era, aunque ahora la media de altura es muy superior. Mi altura hacía que todo el mundo me dijese que con mi altura era fácil anotar, pero pienso que no… Lo que sí es cierto es que yo estaba muy verde al principio pero gracias a mi altura y al trabajo que hicieron mis entrenadores conmigo pude mejorar y llegar a jugar a buen nivel. Yo era un cinco clásico, de jugar mucho de espaldas al aro y rebotear. Lógicamente no solo podía jugar por mi altura, y Esti Abando y su marido Alberto, además de Txutxo Sanz, invirtieron tiempo y trabajaron mucho conmigo para que mejorase.

Durante aquellas temporadas, el Getxo realizó un proyecto que apostó fuerte por llevar a su equipo femenino a lo más alto de la categoría estatal… Prueba de ello fueron los resultados, pero no se logró el ascenso a Primera División.

Los dos últimos años nos quedamos a las puertas del ascenso, muy cerca. Se había hecho el equipo precisamente para conseguir ese objetivo, y cuando no pudimos hacerlo el equipo se dispersó. Personalmente estuve un año más y después decidí que quería terminar mi carrera habiendo jugado una temporada en primera división, ya que había tenido opciones previamente y no las había cogido. Ahí surgió la posibilidad de ir a Vitoria, y nos fuimos tres jugadoras del Getxo para allí a un equipo que estaba destinado y preparado para subir y así fue. Jugué un año en primera división y ahí fue cuando ya decidí dejarlo, porque mantenía mi trabajo en Algorta e iba y venía cada día.

Por lo tanto, ni rastro de profesionalidad en el baloncesto, ni siquiera en la primera división. Ir y volver para trabajar.

Fueron años complicados, porque jugabas fuera de casa pero al mismo tiempo seguías aquí. Lo que es cierto es que estuve contenta, y guardo grandes recuerdos de mis compañeras. De hecho, compartí piso allí con algunas de ellas. Es una experiencia muy buena dentro de mi carrera.

¿Qué aspectos diferentes recuerdas del juego de aquella Primera B en la que os peleabais por subir a la primera división?

Fueron unos años en los que se peleaba mucho. Se trabajaba mucho, y reconozco que para el poco retorno que había éramos muy serias y el trabajo que se realizaba era máximo, tanto desde las jugadoras como desde el cuerpo técnico. Teníamos reuniones para analizar vídeo, por ejemplo, en casa de la entrenadora, para buscar puntos de mejora.

¿Y en Primera División? ¿Cómo fue la experiencia a nivel deportivo?

Tuve un rol distinto, porque siempre había jugado muchos minutos y aquella temporada yo era la suplente de una jugadora americana. Aprendí mucho, porque tenías que jugar muy duro y defender muy bien. Tienes que dar lo máximo para ganarte los minutos, y fue un reto personal muy importante que me hizo aprender mucho y en el que disfruté jugando con jugadoras de mucha categoría.

Hicimos también muchos viajes, pero recuerdo que en alguno de los años del Getxo llegamos a hacer incluso cinco viajes a Galicia, con lo que tampoco fue tan novedoso el hecho de viajar lejos. Eran duros, pero he de reconocer que en el autobús también hacíamos mucha piña jugando y hablando. Aportaban mucho a la convivencia y no nos lo pasábamos nada mal. Siempre íbamos juntas a los partidos, que es algo que no sucede ahora, y creo que esa convivencia se ha perdido así como los momentos de vestuario, que para mí son muy importantes.

Después de tu etapa en tierras alavesas, acaban convenciéndote para enrolarte en el proyecto del Kaixo.

Había tomado la decisión de dejar el baloncesto pero concretamente Begoña Casado se puso en contacto conmigo, aunque le comenté mi idea de primeras. Me animó un poco a empezar a entrenar, y acabé jugando muy contenta con aquellas jugadoras que habían sido mis rivales durante muchos años. Fui muy bien recibida y estuve muy a gusto con ellas. Después dejé de jugar y me quedé vinculada al Kaixo como entrenadora en el proyecto hasta que terminó desapareciendo.

Para mí el proyecto fue especial, pero no puedo compararme con otras compañeras que encontré allí que llevaban ya mucho tiempo en las filas de aquel equipo. La etapa de crecimiento del proyecto la viví personalmente más con el Getxo, aunque terminé los últimos años jugando ahí y creo que fue el mejor broche que pude poner a mi carrera deportiva. Era la guinda que me faltaba para rematar mi carrera y volvería a repetirlo todo igual.

Tu transición a los banquillos, entonces, fue muy rápida.

Sí, enseguida me apeteció continuar, porque me seguía gustando el baloncesto y las compañeras que tenía y la entrenadora me lo comentaron así que fue sencillo. Era una forma de seguir en contacto con ellas y con el mundillo. Perdí el contacto a nivel deportivo una vez que el Kaixo desapareció y prácticamente dejé de ver baloncesto aunque seguía algunas cosas. Después he tenido tres sobrinos que juegan a baloncesto, y el gusanillo ha vuelto a aparecer, así que siempre que puedo voy a verlos. Dos de ellos están en Oribeltza, y el año pasado con el cambio de directiva los miembros de su dirección me propusieron echarles una mano en ese objetivo de potenciar el baloncesto en Portugalete. Comencé ingresando en la directiva y ahora soy también delegada del equipo de Alberto Gutiérrez, ya que mis sobrinos juegan a sus órdenes.

¿Y lo estás disfrutando?

Sí, tengo buen rollo con los jugadores y con las niñas intento, aunque menos de lo que Alberto querría, trabajar y enseñarles lo que a mí me enseñaron en su momento. Todo el trabajo de bloqueo, de rebote, de movimientos de pies al poste bajo…

A mí siempre me dio pena no poder haber comenzado antes a hacer baloncesto en mi pueblo porque no había, así que para mí es como cerrar el círculo. Es muy importante para mí el deporte y el baloncesto en concreto, e intento transmitir sus valores, que van más allá de lo deportivo. Cuando los chavales pierden, ganan y las cosas salen bien o mal. Me gustaría que Portugalete tuviese un proyecto potente de baloncesto y en eso estamos trabajando. Creo que Portugalete es una villa con potencial y tradición baloncestística, y el grupo que forma la directiva es una verdadera pasada, por el trabajo que se hace y las ideas y los proyectos que salen. Intentamos buscar siempre todo lo mejor para el baloncesto de Portugalete.

ELENA-CARRERA

Iñigo Núñez

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