(FOTO: Maria Mentxaka) [box]En uno de los muchos trayectos de carretera que Fausto Orio completa cada semana desde las Encartaciones hasta Gernika y viceversa, aprovechamos el momento para interrogar a un clásico del baloncesto bizkaino, exjugador del extinto Caja Bilbao, y padre de Irune Orio, una de las grandes perlas de la cantera del Lointek Gernika Bizkaia. La jugadora de 17 años de edad pudo debutar el pasado fin de semana en competición oficial coincidiendo con la vuelta del público a Maloste, pudiendo hacer realidad un sueño por el que ha peleado mucho y que supone el inicio de un largo camino aún por recorrer.[/box]
Te pillamos ahora mismo en la carretera, algo frecuente para ti desde que comenzasteis, viviendo en Encartaciones, a ir a entrenar a Gernika tanto con Irune como con Nekane, tus hijas. No sé si has contabilizado los kilómetros que haces en una semana…
Lo extraño sería que no me encontraseis en la carretera, porque el día que no viene Irune a Gernika, viene Nekane… No los tengo contabilizados, porque hace ya tiempo que en casa cerramos los ojos ante lo que esto suponía a nivel de esfuerzo físico y económico; por los hijos se hace lo que sea y en ese sentido no dudamos en hacer este sacrificio. Lo que sí que os puedo decir es que mi coche tiene 75.000 kilómetros, y en breve hará dos años….
¿Cómo habéis vivido estos dos años con el inconveniente pandémico y todo lo que ha rodeado al basket?
Realmente ha sido muy duro, desde el punto de vista de tener hijas que practican nuestro deporte y desde la perspectiva de amante del basket. Al final, ves que van a surgir muchas consecuencias de todo lo que ha pasado… Por nuestra parte, hemos tenido las dos versiones: Irune prácticamente no ha parado de entrenar, pero Nekane, que aún estaba en deporte escolar, ha estado parada hasta hace bien poquito. Es cierto que ambas tienen la suerte de disponer de un espacio en casa donde pueden entrenar, con lo que somos unos privilegiados. Pero el sentimiento final es de pena, por todo lo que se ha perdido en muchos ámbitos.
No obstante, y con todas las frustraciones que esta situación ha generado, si algo puede hacer ¿en un Maloste abarrotado en el derbi vasco. Suponemos que se os quedará bien grabado en la memoria…
Todavía se me pone la piel de gallina cuando pienso en ello. Han sido muchos años de una gran trayectoria de trabajo y esfuerzo, pero no solo de mi hija, sino de cualquier niña que pelea por llegar. Verla disfrutar allí con esa sonrisa y ver que al final ha podido cumplir el sueño que tenía hace que todo el sacrificio sea rentable.
Con su debut, además, son ya tres chicas bizkainas en Lointek Gernika junto con Marta Alberdi e Itziar Ariztimuño. La base va llegando a la élite.
Eso es lo que se agradece, poder tener una referencia. Cuando Irune empezó, siempre tendía a fijarse en Naiara Díaz, pero tampoco era bizkaina. Siempre buscan esos referentes, esos puntos a los que llegar. Recuerdo que el primer año que Irune salió de Balmaseda fue a Unamuno, y su entrenador fue Unai, que había entrenado previamente a Aitana Vergara. Ella era la referencia en aquel momento y nos hacía mucha ilusión que la ayudasen.
A continuación queríamos preguntarte por el entorno y su importancia en la formación deportiva y personal del jugador. ¿Qué trabajo habéis hecho vosotros con la idea de que Irune y Nekane vayan madurando y qué importancia crees que tiene desde tu experiencia?
Es realmente crítico. Son muchos años desde que Irune, con once o doce años, nos mirase a los ojos y nos dijese que quería ser jugadora profesional de baloncesto. Pasan muchas cosas en ese margen, con momentos buenos y malos, con lesiones y cosas que te pierdes que te hacen cuestionarte si todo esto vale la pena. Necesitas tener alguien al lado y en este sentido hemos tenido muchísima suerte, tanto Unamuno como con el gran equipo humano técnico que hay en Gernika. Es como una montaña rusa, y ese momento es crítico para los jugadores.
¿Te ves reflejado en ella de alguna manera? ¿O algo de ella en ti?
Ella es mil veces mejor que yo, de verdad. En la evolución siempre lo ha sido. Y sobre todo, tiene algo que yo no he hecho: ella ha trabajado cien veces más que yo. Nosotros desde el principio le dijimos que no valía solo con tener claro que quería ser jugadora profesional, sino que tenía que trabajar muchísimo y que después se tenían que dar las circunstancias para que esto pasase. La diferencia fundamental es lo que ellas quieren, y trabajan mucho más. No soy consciente de haber trabajado tanto como lo hacen ellas, ni siquiera de haberlo querido tanto como ellas. Ellas lo tienen muy claro desde hace muchos años.
Durante su aún corta andadura, Irune ya ha recibido muchos premios a su trabajo, como son las convocatorias a las diferentes selecciones. ¿Cómo empezó todo y cómo lo habéis gestionado?
Yo no tuve la evolución que ha tenido ella ni nada semejante. El click fue cuando fue convocada para la primera selección de Euskadi mini. Desde entonces no ha parado, pasando por todas las categorías de Euskadi y España. Te diría que hemos tenido que controlarla, pero es que no es cierto, porque ella siempre ha sido consciente. En casa somos realistas, intentamos ayudarla diciéndole que ha de disfrutar, aunque ella se pone mucha presión por su objetivo. En ningún momento hemos tenido que bajarle los pies a la tierra; hablamos mucho con ella de lo que siente y de lo que ve, pero no encuentro un momento en el que ella haya estado crecida. Todo empezó en una conversación con Txutxi Solar en un campeonato de selecciones mini: me preguntó si mi hija era la quince, y cuando asentí, me dijo que haría muchos kilómetros con ella. Fíjate si acertó Txutxi, que algo sabe de baloncesto… (risas)
¿Ha sido fácil la gestión de los estudios? A todos nos gusta mucho jugar, pero después hay que llegar a casa y cumplir…
Quizás ahí nuestra intervención haya sido mayor. Siempre ha quedado claro que los estudios son lo primero, y a partir de ahí su ambición ha hecho que nunca se perdiese un entreno por cuestiones académicas. Después, es verdad que te levantas por la noche y puedes ver la luz de su habitación encendida muy tarde, lo que supone la parte dura de este proceso.
Es difícil establecer una comparativa entre el extinto Caja Bilbao y el actual Bilbao Basket, pero lo que es una realidad es que nos está costando producir talento que llegue a la élite…
Son dos momentos totalmente distintos con dos ligas muy diferentes. Lo que me llama la atención del baloncesto es que en ocasiones un inglés, por poner el ejemplo de un extranjero, vale más que un jugador español. El juego ha cambiado, ya que ahora es mucho más físico, pero también el concepto del deporte. Da pena esa parte del jugador bizkaino, pero tengo dudas de que si pudiésemos recoger a todos los jugadores bizkainos podríamos estar en la élite. Son dos momentos muy diferentes, y yo asemejo mucho más aquella liga a lo que puede ser ahora la LEB.