(FOTO: FIBA y Oviedo Baloncesto) El portugalujo Natxo Lezkano es uno de los mayores embajadores del baloncesto bizkaino por todo el mundo. Este verano, el técnico bizkaino logró el hito histórico del subcampeonato del Afrobasket al mando de Costa de Marfil, mientras continúa con su labor como primer entrenador del Unicaja Banco Oviedo de LEB Oro. En la confección de la plantilla y construcción del equipo invirtió mucho esfuerzo y tiempo, incluso durante la concentración con la selección, pero todo mereció la pena gracias a la medalla y al fulgurante inicio de un Oviedo lanzado. Aunque le pillamos trabajando, en busca de opciones en forma de jugadores para sustituir un par de bajas de larga duración, Lezkano nos atiende y analiza con sabiduría su experiencia en el torneo africano y la realidad actual de la LEB Oro.
Natxo, eres un entrenador de proyectos, y prueba de ello es que acumulas tu tercera campaña en Oviedo pero ya estuviste ocho en Palencia, por ejemplo. Se trata de algo que no es normal en los últimos tiempos…
En el baloncesto profesional de hoy en día es difícil. En España se han dado dos casos como el de Moncho en Obradoiro y Pablo Laso en el Madrid. En aquel momento en Palencia se dieron las circunstancias apropiadas, y decidimos continuar tras cumplir objetivos y la satisfacción de ambas partes. Yo fui allí pensando que estaría media temporada y finalmente acabó sucediendo. También estuve seis en Baskonia, tres en Lugo en Breogán… He tenido la suerte de estar en sitios donde se ha valorado mi trabajo y hemos cumplido objetivos.
La plantilla de la pasada temporada generaba dudas, pero fuisteis capaces de sacarle el máximo provecho y hacer un año espectacular, entrando en Playoffs. El inicio de esta temporada indica que la dinámica del final de la anterior continúa además. ¿Qué objetivos os habéis marcado desde el cuerpo técnico?
La temporada pasada fue atípica por la gran reducción presupuestaria que afrontó el Club. Incluso a pesar de tener contratos en vigor, tuvimos que ponerle fin a todos ellos salvo al de Oliver Arteaga, lo que nos obligó a empezar de cero. Apostamos por una plantilla nueva con debutantes en la categoría y ‘rookies’, pero nos salió todo bien y la plantilla se adaptó perfectamente a lo que propusimos, con unos resultados fantásticos y muy por encima de lo esperado. Esta temporada quisimos darle continuidad dentro de nuestras posibilidades, y aunque los más destacados se han marchado, hemos renovado a gran parte de nuestra segunda unidad, pensando que esta temporada iban a rendir más que la pasada. Después hemos intentado alargar ese gran estado de forma de Oliver Arteaga, que esta temporada cumple 38 años y está haciendo una temporada magnífica. Sí que mantenemos la inercia a pesar de los cambios y estamos contentos del rendimiento, pero somos conscientes de que quizás sea un poco ficticia nuestra posición actual en la tabla.
La LEB Oro no es mediáticamente la liga que más se está vendiendo y lógicamente el golpe de la pandemia también ha afectado a la competición desde distintas perspectivas. El ejemplo es Oviedo, que siempre ha sido una plaza impresionante pero está sufriendo. ¿Qué has podido pulsar del estado de la afición y de la salud de la propia liga?
En el caso de Oviedo, los espectadores han vuelto en la medida que se ha podido. Dentro del aforo permitido en Pumarín, que es un pabellón pequeño, las localidades disponibles se están llenando y contamos con que cuando la normalidad se restablezca Pumarín volverá a ser la caldera que siempre ha sido. Se supone que Oviedo, pronto, tendrá un pabellón más grande e intentaremos llenarlo. En breve creo que el público se quitará el miedo del todo y poco a poco va a haber más grandes entradas.
En cuanto la economía mejore un poco la liga también mejorará. En los últimos años, otras ligas de otros países nos han adelantado, incluso en categorías por debajo de la LEB Oro. Sin ir más lejos, la tercera categoría de Francia paga más dinero de lo que se paga en nuestra competición. Tenemos muchos jugadores que emigran a ligas peores porque están mejor retribuidos. Esperamos poder recuperar la salud económica y retener a ese talento que ahora se está marchando. Nosotros aún tenemos ese reclamo para los jugadores universitarios buenos, que quieren venir a hacer su primer año a España, al estar cerca de la ACB y ser una de las grandes potencias internacionales de basket. Los jugadores españoles que juegan en LEB tienen un gran nivel, los entrenadores también, pero sí que es verdad que a pesar de que en la comparativa deportiva salgamos beneficiados, en la económica no lo hacemos y los jugadores buenos se van.
Antes de cerrar capítulo de la LEB, queremos preguntarte por el próximo encuentro en el que os enfrentáis al TAU Castelló y en cuyas filas milita otro de nuestros representantes en el basket de élite, Jorge Bilbao. ¿Cómo afrontáis el partido y cuáles son tus sensaciones respecto a la madurez y progresión de Jorge?
Castellón es un equipo potente en la competición, que ha ido dando pasos adelante desde que ascendió. Ha hecho un equipo muy bueno y tiene uno de los presupuestos más altos. Este año se han reforzado mucho en el juego interior, y uno de los activos principales es Jorge, un jugador joven que lo está haciendo muy bien y que cada año da pasos adelantes. Para mí, su característica fundamental es el deseo y el carácter que tiene, que le hacen entregarse y dar siempre su 100%, además de que es listo. Mentalmente es de los mejores de la liga o el mejor, y quizás su punto flaco es que su físico es de ser un jugador algo más exterior aunque su juego está más relacionado con un pívot. Creo que está intentando evolucionar al ‘cuatro’, aunque sigue sin tener la amenaza exterior que es habitual en su posición. Va a seguir explotando sus virtudes porque es listo y porque tiene un deseo tremendo.
Hablamos ahora sí del Afrobasket. Llevas mucho tiempo en Costa de Marfil y este año habéis hecho plata. No te quitarías la medalla, ¿no?
Qué va. En todo momento tuve la sensación de haber ganado una plata, aunque la primera sensación siempre es de haber perdido una final cuando ves al rival celebrar. Al fin y al cabo, nosotros habíamos ganado una plata y pronto tuve la misma sensación que el día anterior. Para nosotros era un éxito tremendo la medalla de plata y estaba muy contento y orgulloso del equipo y del trabajo hecho. Dejamos atrás grandes equipos y selecciones muy consolidadas, como Senegal, Nigeria o Angola, y encima tratamos de tú a tú en la final al favorito, que era Túnez. No me quité la medalla en mucho rato.
Pudiste contar en tu plantilla con Matt Costello. ¿Cómo reciben los jugadores nativos a los nacionalizados que se incorporan al equipo?
Los equipos suelen tener un jugador nacionalizado, es casi como un fichaje. España también lo ha tenido con Mirotic e Ibaka en la selección, por ejemplo. Túnez tenía a Michael Roll, y nosotros habíamos tenido antes a Deon Thompson, que no podía jugar. En esa situación de vacante se incorporó Costello, que encajó y se integró perfectamente en el grupo, adaptándose a las costumbres y a su rol en el equipo muy pronto. Fue uno más en todos los sentidos. Su rendimiento ha sido muy bueno, y de hecho estuvo en el quinteto del Afrobasket.
¿Qué tal llevaste la gestión de la pretemporada y la confección definitiva de la plantilla a distancia?
Ya había tenido dos experiencias anteriores en dos Afrobasket en mi época en Palencia, y habían salido muy bien gracias a las facilidades del club. En esta temporada ya estaba esta situación con Oviedo, y nos pusimos a trabajar pero no pudimos cerrarlo antes de que me marchase. Al final tuve que estar trabajando todo el día, por la mañana con unos y por la tarde con otros y ocupando también los ratos libres. Prácticamente no he desconectado nada del baloncesto desde que nos concentramos y es un trabajo muy exigente que se multiplicó. De todas maneras sigue siendo baloncesto y mi pasión, y hay que aprovechar la oportunidad de poder disputar un campeonato internacional de selecciones. Lo intentamos dejar todo bien hecho hasta que empezó el campeonato para poder centrarme una vez que comenzase de lleno en él. Había partidos en días alternos hasta la fase final, cuando había un partido cada día. Hay que trabajar mucho en preparación y demás, pero es todo muy bonito.